38. La curiosidad casi mata al gato

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Capítulo treinta y ocho

Muchas gracias por estar leyendo mi historia <3

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Melissa

La curiosidad es el interés de una persona por experiencias y cosas. Normalmente es bueno ser una persona fisgona, pues exploras y descubres algo que no sabías antes. Aprendes y empiezas a ser más sabio en la vida. Sin embargo, no todo es bueno, como todo en nuestro planeta, siempre hay algo que no acaba de ser perfecto. Lo mismo pasa con la curiosidad. Hay veces que llegas a ser impertinente y acabas en líos. De hecho, incluso hay un refrán.

La curiosidad mató al gato.

A mí, a finales de abril, por los pelos me pasa aquello. Pero, como he dicho, no llegó a suceder. Llevaba cuatro meses viviendo en la enorme mansión de Aegan, cuatro meses sintiendo una gran curiosidad por saber qué había detrás de la puerta de la entrada. Si mi novio me la tenía prohibida era porque algo malo se encontraba del otro lado.

Aquel día que me aventuré a echarle un vistazo a la sala, no supe que estaba poniendo en riesgo muchas cosas, entre ellas, mi salud y relación con Aegan.

Aegan estaba desaparecido gran parte del día en el trabajo. Yo también estaba con él en ese tiempo, pero casi todos los días se quedaba más tiempo. Mi novio estaba empeñado en descubrir quien me estaba enviando advertencias. En cambio, yo me iba a casa a descansar, porque la situación comenzaba a ser un estrés, un gran dolor de cabeza y un gran impedimento en mi día a día.

Hoy no había ido a trabajar. Así que decidí que sería buena idea ir e investigar. Bajé desde nuestro dormitorio decidida a entrar. Y así lo hice. Abrí la puerta con cuidado, no quería que se escuchara mucho. Para mi mala suerte, esta chirrió. Me asomé un poco y al no ver nada más que unas escaleras, me atreví a bajar. Había escasez de luz, aunque se podía ver.

Bajaba las escaleras con cuidado, temerosa por lo que habría allá abajo. Cuantas menos escaleras quedaban para llegar al sótano, más ruido se escuchaban, quejidos y golpes fundamentalmente. Al principio comencé a generar mis propias conclusiones de que Aegan tenía un burdel aquí, pero no me imaginaba a él haciendo eso, además de que no veía a gente entrando y saliendo constantemente de la mansión.

Al llegar al piso, las luces aparecieron normales. Se veía un extenso pasillo que, si pensábamos bien, incluso podría estar más largo que la casa esta. Me sorprendí y quise saber de verdad qué había en cada una de las puertas. Anduve a pasa lento por el pasillo. Detrás de la puerta se escuchaban golpes, por lo que no me atrevía a abrir la puerta. Seguí por ahí hasta que algo en la pared alta me llamó la atención. Fije mi vista en la "decoración" y solté un grito. Al instante me arrepentí y llevé mis dos manos a la boca.

- Oh por Dios.

La cabeza del señor Mancini se encontraba cortada y clavada con tornillos sobre la pared. El hombre tenía los ojos abiertos, algunos cortes en los pómulos y la piel muy pálida. Inmediatamente la piel se me erizó. Un escalofrío recorrió mi médula espinal y quise salir corriendo de aquí. Maldije en un murmuro por no obedecer a Aegan, si él restringía la entrada era por algo, para no causarme más dolores de cabeza.

Todo pasó tan rápido. Cuando quise huir de aquí, una de las puertas se abrió de golpe. Esto me incitó a ir más rápido, pero, al girarme, la sombra de una persona se acercaba a gran velocidad. Estaba en serios problemas, no tenía duda de ello. Aumenté mi velocidad, aunque, al contrario de cuando me secuestraron la vez pasada, me lo vi venir.

El hombre llegó a mí como tan rápido cae un rayo. Agarró mis brazos y me llevó hacia atrás, atrayéndome a su cuerpo. Mis piernas se elevaron y quise gritar y patalear, mas me encontraba en un estado de sobresalto. No podía reaccionar y, cuando quise hacerlo, ya me encontraba en una habitación que parecía ser oscura, aunque la luz estaba prendida.

Caprichos ✔️ [LIBRO I]Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin