O C H O

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Nathaniel

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Nathaniel.

La mirada en sus ojos esta noche era tan maravillosa que no quería olvidarme de aquella imagen jamás.

— ¿Esto es una especie de broma? –Preguntó Abigail con la boca entreabierta y una sonrisa se apoderó de mis labios. –

— No, no es una broma. –Musité con suavidad y di un paso cerca de ella para posar mis manos sobre sus hombros y mantenerla en su lugar. – respira, Abigail. –Pedí cuando observé que su pecho se movía erráticamente. –

— Siempre olvido como respirar cuando estás conmigo. –Murmuró ella con confusión y una suave risa retumbó fuera de mi pecho. - ¿Eres un ángel de la muerte o algo así? –Preguntó con una ceja alzada. –

Me gustaba que hubiera una pizca de gracia en su pregunta, eso significaba que lo había asumido de buena manera.

—Jesús, no. –Respondí de inmediato y acomodé su cabello para que éste cayera sobre su espalda. – tampoco soy tu ángel de la guarda por si te lo preguntas.

— ¿No? –Preguntó la pelirroja con un pequeño puchero sobresaliendo en su labio inferior. Un deseo comenzó a surgir dentro de mí y tragué saliva duramente, pues jamás debería sentirme de ese modo. – pero me has salvado. –Susurró. –

— Lo hice. –Confirmé con un asentimiento de cabeza. – pero no soy tu ángel de la guarda, ni de nadie en específico. –Musité y sostuve su mano para que me acompañara hasta unas pequeñas rocas que estaban en la calle frente a nosotros, en aquel terreno en donde no había más que pastizal. –

— ¿Qué eres? –Preguntó ella y una sonrisa asomó en mis labios al escuchar la pregunta que había pronunciado hasta el cansancio. –

Hoy finalmente podría darle una respuesta, aunque seguía sin saber qué tan dañino sería eso para nosotros.

— Soy un ángel. –Respondí y ella rodó los ojos, lo que me hizo sonreír. – soy el encargado de estar junto a los niños en los hospitales, jugar con ellos cuando nadie los ve, sacarles una sonrisa cuando lo necesiten y mantenerme a su lado en sus últimos minutos de vida para que se vayan en paz. –Aclaré con mis ojos fijos en su rostro, admirando cada facción. –

— ¿Eres un ángel de niños? –Preguntó confundida y una pequeña sonrisa comenzó a volverse notoria en sus labios. –

— Algo así. –Dije con un encogimiento de hombros. – soy más un ángel de compañía, pero me gusta que esa compañía sean los niños. –Expliqué. – por eso estaba ese día en el hospital, de hecho, siempre estoy allí.

— Pero yo no soy una niña. –Dijo Abigail con confusión en sus ojos. - ¿Por qué puedo verte? –Preguntó en un susurro. –

— Te conocí siendo una niña. –Admití. – apareciste en el mismo hospital, ibas de la mano de tu abuelo y no dejabas de hacer reír a tu hermana en la sala de espera. –Dije y una sonrisa se apoderó de mí al recordarlo. – fue la primera vez que te vi, y ya luego tu presencia en el hospital comenzó a ser continua por unos meses.

When I fallWhere stories live. Discover now