"La vita é bella"
No, la vida no era bella.
O al menos eso era lo que pensaba Abigail cada vez que se ponía a reflexionar sobre su existencia.
Era difícil mantener una vida perfecta a los dieciocho años, pero lo era más para la pelirroja, incluso...
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Abigail.
— ¿Estás segura de que te sientes bien? –Le preguntó Jane a Anne mientras terminábamos de arreglarnos, dispuestas a salir este domingo. –
Hoy era el primer evento en la universidad de los licenciados de arte musical, por lo que iríamos a disfrutar de un buen espectáculo y llenar un poco nuestros estómagos.
— Sí, me siento bien. –Respondió mi hermana y terminó de anudar sus tenis blancos. – no les mentiría a ustedes, realmente estoy bien.
Quería confiar en ella, por lo que no dije nada.
Acomodé el abrigo café que ocupaba hoy y le eché un último vistazo a mi atuendo, el cual era un simple jeans con aberturas en las rodillas, una camiseta negra ajustada al cuerpo y unas vans del mismo color. Cambié los aretes por unas argollas más grandes, me puse mis anillos y apliqué un poco de perfume en mi cuello, estando lista.
—¿Tacones o tenis? –Interrogó Rebecca, sosteniendo ambas opciones en sus manos. – creo que esta falda luciría preciosa con tacones, pero quiero ir cómoda.
— Ahí está tu respuesta. –Dije con una sonrisa, a la vez que guardaba mis cosas en un pequeño bolso negro. – es más importante la comodidad, además no iremos en coche.
— Eso es verdad. –Murmuró mi amiga y se sentó en la cama, calzándose los tenis blancos. – y así puedo considerar esta caminata como el ejercicio del día, ¿no?
— Será el ejercicio del día. –Afirmé entre risas, colgando el bolso en mi hombro. – es domingo, creo que nuestros cuerpos merecen un descanso.
— Más que un descanso. –Bufó mi compañera de habitación mientras se lanzaba en la cama, completamente cómoda con sus jeans y sudadera ancha. – no sé si seré capaz de ir a mis clases mañana, me duele todo el cuerpo.
Y sí, a mí también.
— Bailaste por más de cinco horas sin parar, sin mencionar el tiempo que estuvieron animando. –Dijo mi hermana, recordando la fiesta. – si fuera tú, no podría caminar.
— Estoy a punto de no poder caminar. –Musité y acomodé un mechón de mi lacio cabello detrás de mi oreja. – pero escuchamos que habría carros de comida.
— Y la comida es más importante que el dolor. –Confirmó Jane con una enorme sonrisa en sus labios, poniéndose de pie una vez más. – así que, vamos andando, muero por una hamburguesa grasienta.
— Me apunto. –Dije y entrelacé nuestros brazos, saliendo de la habitación con Rebecca gritando que nos alcanzaría en un minuto. – y también un milshake de oreo, mi cuerpo lo pide a gritos.
— ¿O unas oreos remojadas en leche cuando volvamos a la habitación? –Preguntó con ambas cejas alzadas con expectación. –
— Que buenas ideas tienes, por eso eres mi amiga. –Susurré y posé mi mano sobre su brazo, caminando animadamente. – definitivamente eso será, pasaremos a comprar oreos.