Abigail.
Las hojas caían sobre mi y no había una sensación más maravillosa que ésta, en donde los rayos de sol impactaban contra mi rostro y me refrescaban por completo. El otoño era mi estación preferida del año, por lo que tranquilamente me senté en el montón de hojas que ya había allí y solté un suspiro, sintiéndome más tranquila de lo me había sentido nunca.
El silencio y la tranquilidad que allí se respiraba era suprema, sin embargo, no me molestó cuando dos enormes brazos estuvieron a mi alrededor y acomodaron mi cabeza sobre unos firmes muslos que me sostuvieron.
Probablemente el sol me hubiese cegado, pero él fue lo bastante atento como para dejar una mano sobre mi rostro y así crear una especie de sombra para mí.
― ¿Sabías que te quiero? –Preguntó con su voz ronca. – siendo sincero, nunca pensé que podría llegar a sentirme así, pero tú rompiste todos mis esquemas. –Susurró y me sonrió con dulzura, causando que yo también sonriera. –
― Y yo a ti te quiero el doble. –Aseguré y observé como el ángel rodaba sus ojos con diversión, sabiendo que me gustaba ganar siempre que podía. - ¿Estás seguro de que está bien que estemos aquí? –Pregunté. –
― No hay nadie aquí con nosotros. –Musitó y se reclinó hacia atrás, cargando su peso con una mano. – y yo necesito que se mantenga así para hablar contigo.
Sus ojos cayeron sobre los míos y no pude evitar hipnotizarme con el color por unos segundos. Jamás había visto unos ojos tan oscuros como los de él, era un negro tan maravilloso que era imposible llegar a descifrar si escondía buenos u oscuros deseos.
Definitivamente era difícil leerlo con solo una mirada.
― ¿Hay algo que quieras decirme? –Dije con ambas cejas alzadas por lo profunda que se había vuelto su mirada. – soy toda oídos, lo prometo.
Incluso si Nathaniel lucía más intimidante que nunca, la sonrisa permanecía en su rostro, por lo que no me preocupé lo suficiente e intenté relajar mis hombros para así darle el pase a que comenzara a hablar de sus preocupaciones.
― Quiero que me creas cuando te digo que te quiero. –Comenzó el pelinegro. – quiero que sepas que intento ser lo suficiente para ti, involucrarme en tu mundo y adoptar expresiones que probablemente cualquier chico utilizaría. –Dijo y noté como su mano se alejaba de mi cabello para moverse nerviosamente al sostener algunas hojas. – pienso cada noche, cuando soy tan afortunado de verte dormir, en que no quiero perderte por nada del mundo y maquino en mi mente mil planes para que te enamores más de mí cada día. –Confesó y en su rostro asomó una pequeña sonrisa intranquila. – pero sé que probablemente nunca llegaré a ser lo que necesitas.
― ¿A qué te refieres? –Pregunté y adopté una posición sentada para así poder ser capaz de ver sus ojos. – claro que eres lo que necesito, de hecho, eres mucho más de lo que alguna vez pensé que podrías ser para mí. –Susurré e intenté que mis manos tocaran su rostro, pero él se alejó. – no quiero que pienses que no te quiero.
YOU ARE READING
When I fall
Fantasy"La vita é bella" No, la vida no era bella. O al menos eso era lo que pensaba Abigail cada vez que se ponía a reflexionar sobre su existencia. Era difícil mantener una vida perfecta a los dieciocho años, pero lo era más para la pelirroja, incluso...