C U A R E N T A Y C I N C O

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Abigail

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Abigail.

No sé cuánto tiempo pasé encerrada en aquel baño, tal vez fue cosa de minutos o de horas, no importaba, solo sabía que había sido lo suficiente como para sentir que mis piernas reaccionaban un poco más y las lágrimas cesaban, dejándome completamente seca.

E incluso así, como un alma en pena, seguía sintiendo un gran vacío en el centro del pecho.

Abrí la puerta con pesar, notando que mis movimientos eran más lentos de lo que quería, no obstante, mis ojos eran rápidos, pues reconocí de inmediato cuando Rebecca y Jane corrieron en mi dirección, ambas abrazándome.

­­­­­­― ¿Hemos llegado muy tarde? –Preguntó la rubia contra mi mejilla, manteniéndome apretada entre sus brazos. – corrí luego de mi última clase.

― ¿El doctor Bang ya fue a hablar con ustedes? –Interrumpió Becca, al mismo tiempo en que sus manos se apoderaban de mi rostro para que así pudiera mirarlas. – demonios, Abby, no me digas que es lo que estoy pensando. –Susurró y analizó mi rostro. –

Aunque no era muy necesario, con solo mirar mis ojos sabría que no eran buenas noticias.

― El cáncer se ramificó. –Informé y sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas nuevamente, pareciendo una llave de agua averiada. – llegó a su cerebro y el doctor dijo que la quimioterapia ya no es suficiente.

― Mierda. –Maldijo Jane y sus brazos estuvieron en mi cintura una vez más, rodeándome por completo. - ¿Y eso que significa?

― Significa que ya no hay nada que los médicos puedan hacer. –Respondió la castaña con una lágrima cayendo por su ojo izquierdo, la cual secó de inmediato. – solo queda ver como evoluciona y si sigue ramificándose.

― ¿Cómo puede ser posible que no haya nada para hacer con ella? ¿La dejarán morir? –Preguntó mi mejor amiga y pude observar como sus ojos se llenaban de furia, dolor y enfado. – debe existir algo que puedan hacer.

― Yo tampoco me lo explico. –Susurré y mi mirada cayó a mis tenis deportivos. – Garrent dijo que fue todo muy sorpresivo, incluso para ellos, no habían visto que un cáncer atacara de forma tan rápida a una persona tan joven como Anne. –Comenté. – tampoco tuvo tantas señales de alerta como para que ellos pensaran que había alguna metástasis, hasta que todo explotó.

― Literal una gran explosión de mierda. –Medio gruñó Becca y procedió a abrazarme, inundándome con su aroma floral tan similar al de mi hermana. – pero no podemos bajar los brazos ahora, Abby, ella seguirá luchando y debemos confiar en que los hilos del destino se moverán a nuestro favor.

Sí, yo ya no creía mucho.

― ¿Dónde está Anne? –Preguntó la rubia y luego golpeó su frente. – que idiota soy, claramente está en su habitación. –Murmuró. – vamos, quiero darle un abrazo.

When I fallWhere stories live. Discover now