C U A R E N T A Y N U E V E

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Abigail

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Abigail.

La enfermera estaba quitando los cables que colgaban del brazo de Anne cuando ingresé a la habitación con dos batidos de fresa y doble crema, con mi madre siguiendo mis pasos con dos cafés americanos. La lluvia golpeaba contra los ventanales de la habitación y hacía tanto frío como para querer estar en mi cama, refugiada entre mis mantas, pero a mi hermana le gustaba el batido de fresas e incluso si me congelaba por completo, lo bebería con ella.

― ¿Cómo va todo? –Preguntó papá cuando recibió su café y bebió un sorbo, agradeciéndole a la vida el tener algo con que calentar su cuerpo. –

― El medicamento de hoy fue un poco más fuerte, pero no hubo ninguna reacción adversa, así que solo queda descansar ahora. –Comentó Bridget mientras acomodaba la bata de Anne para cubrir el catéter que tenía cerca de la clavícula. –

― ¿Puedo beber mi batido? –Quiso saber Anne y se acomodó en la cama, adoptando una posición más acostada. –

― Puedes beber todos los que quieras, estuviste muy bien hoy. –Felicitó la enfermera y le sonrió con dulzura, besando su frente como si de una niña se tratase. – pero recuerda dormir temprano hoy, mañana vendrá el doctor temprano a verte.

― Sí, lo haré, me dormiré temprano. –Prometió ella y aceptó con gusto el vaso que le entregaba con su refresco. – gracias por venir. –Se despidió cuando la mujer salía, por lo que todos lo hicimos. –

Acomodé unas cuantas máquinas para que no se interpusieran en mi camino, preocupándome de que ninguno quedara tan tirante y me senté en el espacio que mi hermana me dejaba, para así disfrutar del batido a su lado.

― Tu hermana lo pidió con doble crema para ti. –Dijo mi madre con una sonrisa en su rostro mientras se sentaba en el sofá, teniendo el café entre sus manos para calentarse. – incluso pensó en comprar algo para comer, pero le dije que era demasiado tarde.

― Yo iba a traer esas galletas con chispas de chocolate. –Le susurré y Anne lloriqueó con solo imaginarlo, puesto que eran sus preferidas. – pero lo haré mañana, la enfermera dijo que el tratamiento será temprano, así que podemos merendar algo.

― Y asegúrate también de traer ese raro refresco de jengibre, creo que mi cuerpo ya lo extraña. –Dijo y con la pajilla entre sus labios le dio el primer sorbo a su batido de fresa, poniendo los ojos blancos cuando se deslizó por su garganta. –

No mentía cuando decía que era su favorito este último tiempo.

Al igual que el refresco de jengibre y limón que se atrevió a probar.

Sus mejillas lucían mucho más delgadas y sus ojos parecían ser un poco más sobresalientes que antes por la pérdida de peso, no obstante, seguía siendo la chica más linda que había visto. Sus ojos aún brillaban cuando observaba todo con atención y sus labios seguían siendo capaces de sonreír con lo que sucedía a su alrededor, así que no me importaba si ahora era la mitad de lo que era antes, si sus brazos parecían haber perdido la fuerza o sus huesos eran más notorios que antes.

When I fallWhere stories live. Discover now