T R E I N T A Y T R E S

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Abigail

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Abigail.

Dos días habían pasado sin ver a Nathaniel y sentía que estaba viviendo en el infierno.

Doblé mis rodillas e intenté concentrarme, cerrando mis ojos mientras mis dedos índice y medio iban hasta el punto en que sentía mi pulso latir en mi cabeza, recordando todas las veces en que escuché la voz del ángel en mi cabeza.

¿Era posible que él estuviera escuchando mi llamado ahora?

Pensé en su nombre al menos diez veces antes de abrir uno de mis ojos, inspeccionando si se encontraba allí.

Sin embargo, no lo estaba.

­ ­­­­— ¿Qué demonios? –Bufé, llevando ambas manos hasta mi cabello para revolverlo con impaciencia. - ¿Por qué esto no está funcionando?

­Toqué la pantalla de mi móvil para ver la hora al notar que afuera ya comenzaba a oscurecer y solté un suspiro, ya era bastante tarde. Sentía como las gotas de agua caían desde mi cabello, mojando mi buzo, no obstante, lo ignoré y continúe con la misión de invocar a Nathaniel.

Necesitaba verlo.

Necesitaba ver su rostro, acariciar su cabello y besar sus labios. Extrañaba envolverme con su aroma, sentir sus brazos a mi alrededor y admirar su sonrisa.

¿Por qué no venía?

Cerré mis ojos una vez más y pensé en él, implorando que apareciera mientras su nombre se repetía sin cesar en mis pensamientos.

­— ¿Estás bien? –Preguntó una voz cuando la puerta se abrió, no sé cuantos minutos o segundos más tarde. - ¿Estás intentando llevar una vida más saludable, meditar y todo eso?

­— No digas tonterías. –Dije con una media sonrisa apareciendo en mis labios. – solo estoy pensando, disfrutando del tiempo que Jane no está por aquí.

— Escuché eso. –Murmuró la voz de la rubia, ingresando a la habitación para dejar unas bolsas sobre su cama. – pensé que aparecerías en el centro comercial, te estábamos esperando. –Acusó. –

­— No estaba de ánimo. –Respondí y abrí mis ojos, analizando cada rincón de la habitación para verificar que el ángel no estuviera allí. Claramente no lo estaba. – quería descansar un poco y darle a mi cuerpo un merecido relajo.

— Ya suena como una hippie. –Susurró Rebecca cerca de Jane, quien soltó una carcajada. - ¿Tuviste alguna visita espiritual mientras no estábamos por aquí? –Quiso saber. –

Lo deseaba.

Pero si respondía sinceramente a su pregunta, ella caería sobre su espalda.

­— Lamentablemente no. –Musité en su lugar, poniéndome de pie para ir en busca de un pantalón de pijama, pues mi buzo estaba mojado por no haber secado mi cabello. - ¿Estuvieron bien ustedes solas por la ciudad? –Pregunté con una sonrisa. –

When I fallWhere stories live. Discover now