"La vita é bella"
No, la vida no era bella.
O al menos eso era lo que pensaba Abigail cada vez que se ponía a reflexionar sobre su existencia.
Era difícil mantener una vida perfecta a los dieciocho años, pero lo era más para la pelirroja, incluso...
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Abigail.
Estaba saliendo del baño con una toalla en mi cabeza cuando noté que Jane estaba como loca corriendo por la habitación.
— ¿Qué sucede contigo? –Pregunté y sequé mi cabello con la toalla, sintiendo como las gotas caían sobre la sudadera que me había puesto. – pensé que ya estabas dormida.
— ¿Recuerdas al calienta bragas? –Medio gritó ella mientras se sentaba en su escritorio para sostener en alto el espejo con luz que tenía allí, procediendo a maquillarse. - bueno, me invitó a salir.
— ¿Daniel? ¿A salir en una cita? ¿O salir cómo? –Sonreí al notar la exasperación en su rostro. – solo quiero saber, no sé en qué términos estás con el famoso chico.
— Nada más ha sucedido desde el beso de la fiesta, pero seguimos hablando cada día. –Confesó la rubia con un lápiz negro en su mano dominante, delineando uno de sus ojos. – él es realmente dulce, le dije que no tenía sueño y preguntó si quería salir a caminar por allí.
— ¿Tal vez quiere llevarte a ver las estrellas? –Susurré con picardía y me senté en mi cama, atenta a cada movimiento que hacía mi amiga. – entonces eso significa que ya no lo llamaremos calienta bragas, ¿no?
— El apodo se queda, así nadie sabe que estamos hablando de él. –Sonrió ella y aplicó máscara de pestañas en sus ojos, haciendo que éstos relucieran aún más. - ¿Debería vestirme con algo lindo o dar el aspecto de que me he levantado obligada de la cama para salir con él?
— Piensa en lo que quieres que él piense. –Dije con un encogimiento de hombros. – si quieres dar la impresión de que estás siendo obligada, entonces ve en pijama. –Aconsejé. – pero, si quieres que él piense que hay interés, viste algo que te haga lucir aún más bonita.
— Bueno, creo que el estar aquí maquillándome significa algo más que el atuendo que elegiré. –Musitó Jane al darse cuenta. – sinceramente, creo que me gusta.
— Yo también lo creo. –Confirmé y no pude ocultar la sonrisa burlona que aparecía en mi rostro. – pero no hay nada malo en eso, Jane, me alegra mucho que te estés permitiendo sentir algo por él.
— ¿No crees que es un error? –Quiso saber, apoyando la palma de sus manos contra sus muslos desnudos. – digo, sé cómo es, todas las chicas hablaban de él cuando entramos al equipo de porristas.
— No importa lo que diga el resto. –Dije, poniéndome de pie para caminar hasta ella y acomodar su cabello para que éste cayera libremente por su espalda. – tú debes crear tu propia visión e imagen de él, no te dejes cegar por ellas.
— Lo haré. –Tragó saliva duramente y se puso de pie para estar a la misma altura, incluso si ella me ganaba por algunos centímetros. – entonces buscaré algo lindo en mi armario y me iré de aquí, pero volveré, no te dejaré sola.
