C I N C U E N T A

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Abigail

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Abigail.

La casa del árbol estaba totalmente silenciosa, conmigo recostada en los cómodos cojines que Nathaniel se había asegurado de comprar mientras veía por la ventana las grises nubes que me saludaban.

No sabía qué hacía aquí, sabiendo que él no vendría.

Sin embargo, necesitaba volver a un lugar que me recordara que lo nuestro había sido real y que nuestro amor había existido, ahora que ya no veía ni su sombra. Con mis manos jugando con el anillo que aún tenía en mi dedo índice, inspiré profundamente y pausé la canción que sonaba en el móvil, "Sofa" de Crush me ponía nostálgica, incluso si no entendía un carajo de la letra en coreano. 

Adopté una posición sentada y estiré con lentitud la falda beige que utilizaba para ponerme de pie, sintiendo como mis pies dolían en aquellos botines blancos de tacón tras haber caminado hasta aquí. Observé una última vez todo a mi alrededor y me agaché para atravesar la pequeña puerta, saliendo de allí.

Mis pies bajaron cuidadosamente las escaleras, sabiendo que podría caerme si daba un paso en falso y una vez que estuve en tierra firme, tiré de la correa del bolso que había dejado colgando y lo acomodé en mi hombro, abrochando mi chaqueta acolchada del mismo color de los botines para emprender mi camino de vuelta al hospital.

― Sabía que te encontraría aquí, mejor amiga. –Saludó una voz que me hizo saltar en mi lugar, asustada. – aunque tenía la esperanza de que no estuvieras sola. –Dijo con ambas de sus manos en los bolsillos de su pantalón. –

― Que bueno verte, Haniel. –Saludé con una dulce sonrisa en mis labios que él correspondió de inmediato. - ¿No vienes con tu amigo? –Quise saber, buscando con la mirada al alto pelinegro que podría estar escondido en algún lado.  –

― ¿Te gustaría que viniera conmigo? –Jugueteó, produciendo que mis ojos se pusieran blancos. – no, de hecho, pensé que podría estar aquí contigo. –Dijo luego de unos segundos. - ¿Aún no arreglan las cosas?

― ¿Cómo sabes que las cosas están mal entre nosotros? –Dije y crucé los brazos contra mi pecho con diversión, manteniendo ambas cejas alzadas a modo de pregunta. –

― Era evidente, Nathaniel estaba triste y parecía que cinco camiones le habían pasado por encima. –Bromeó y ambos reímos. – empecé a verlo más en el hospital y supe que ya no estaba buscando maneras de escaparse para ir a verte, así que uní las señales y lo descubrí.

― Que inteligente, creo que si podríamos ser mejores amigos después de todo. –Sonreí y el pelinegro hizo lo mismo, acercándose a mí para dejar un brazo sobre mis hombros y comenzar a caminar a mi lado. –

― Lo seremos, toda la vida. –Prometió y mi sonrisa no hizo más que crecer. – bueno, de todos modos, pensé que las cosas se habían arreglado entre ustedes porque no lo he visto estos últimos días. –Confesó. –

When I fallWhere stories live. Discover now