T R E I N T A Y D O S

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Nathaniel

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Nathaniel.

— Pensé que no volvería en un buen tiempo. –Bufó la voz de Haniel a mi lado. – no sé porque te acompañé.

— Porque eres mi amigo y mi tarjeta salvadora. –Susurré con una sonrisa en mis labios, caminando hacia la fuente de agua que estaba a unos pasos de distancia. – venir contigo significa que es una visita rápida.

Mi mejor amigo río a mi lado y se apresuró a lanzar un poco de agua en mis ropas en el instante en que llegamos a nuestro destino, produciendo que la blusa se volviera transparente en los lugares que ahora estaban mojados. Solté un ligero gruñido y Haniel río una vez más, sentándose en el verde césped para que me sentara a su lado también.

— ¿No sientes que esto es diferente? –Interrogó, manteniendo la mirada fija en los árboles del otro lado. – ya no siento lo mismo cuando vengo aquí, todo se ve y se siente distinto ahora.

— ¿Distinto en qué sentido? –Murmuré, llevando mis piernas hasta mi pecho para dejar las manos en mis talones. –

— Como que no pertenezco más aquí. –Suspiró el pelinegro, arrancando un poco de césped con sus manos. – esto se siente tan aburrido y silencioso, ya no siento que quiera quedarme mucho tiempo.

— ¿Prefieres estar allí abajo? –Pregunté directamente y desvié la mirada hacia el chico a mi lado, el cual parecía estar molesto. –

— ¿Es que acaso tú no? –Soltó con una ceja alzada, manteniendo sus ojos en los míos. – incluso si no me dieras una respuesta, ya la sé. –Sonrió. –

— No es como que prefiera estar allí, mi realidad es que necesito estar ahí. –Musité y fijé mi mirada en los pájaros que habían llegado a nuestro encuentro. –

— Por Abby. –Comentó Haniel, como si no necesitara mayor confirmación. - ¿Y si no fuera por ella? ¿Preferirías estar aquí arriba todo el tiempo?

— Ella cambió mi vida. –Admití con un nudo en mi garganta, comenzando a extrañar a la pelirroja que cabía tan bien entre mis brazos. – no puedo pensar en un mundo en el que ella no esté y tenga que pasar mis días vagando por aquí.

— Antes no pensabas así. –Murmuró mi mejor amigo y no pudo evitar soltar una carcajada. – el antiguo Nathaniel adoraba estar aquí y ser quien acompañaba a los niños en sus primeros días corriendo por estos jardines.

— El viejo Nathaniel ya no existe. –Dije con seguridad, estirando mis piernas para dejarme caer sobre el césped y acomodar mis manos detrás de mi cabeza. –  incluso es como si todos mis recuerdos se hubiesen borrado.

— La memoria es capaz de bloquear todos los recuerdos en donde no fuimos especialmente felices. –Susurró él y se recostó a mi lado, dejando sus manos entrelazadas sobre su abdomen. –

— ¿Qué sabes tú? –Intenté bromear, notando el cambio en su voz. - ¿Es que conociste a alguien también? ¿Tienes alguna vieja amiga?

—No sabes todo sobre mí. –Respondió Haniel con un ligero suspiro escapando de sus labios. – ni todo lo que sucedió en mi vida cuando desaparecí. –Dijo. – pero no es momento para hablar de eso.

When I fallWhere stories live. Discover now