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— Que no sale, te juro que he refregado como loco — exclamó Jimin al teléfono mientras hablaba con Seokjin del otro lado y seguía refregando la maldita chaqueta. Su nuevo amigo le había estado dando consejos para quitar manchas pero hasta ahora ninguno había funcionado con la sangre seca. —  No quiero meterla a la lavadora, se arruinará y mi mamá sospechará. 

— Hazme caso, usa agua oxigenada. Eso quita la sangre — insistió Seokjin. 

— ¿Seguro que no dejará una mancha peor? — preguntó preocupado. — Aún soy demasiado joven, no quiero morir a manos de un chico mafioso. 

— Mira, solo déjalo en remojo y mejor ve a alistarte para tu cita con Yoongi. 

— ¡Cierto, cierto! — el chico vendría por él en tan solo unos minutos y él todavía no se había vestido. ¿Por qué tenía que ponerse a lavar la estúpida chaqueta de ese odioso chico en lugar de ocuparse de lucir perfecto para su primera cita? Qué estupidez. 

Había vuelto desesperado de la escuela ese día para ponerse a limpiar la chaqueta. La había estado refregando con agua, detergente y hasta con cloro pero la sangre no terminaba de salir. Y el tiempo se había pasado volando. 

Dejó la parte de atrás de la chaqueta en remojo en un recipiente como Seokjin le había dicho y se ocupó de sí mismo. Ahora Yoongi era más importante que Jungkook. 

No sabía bien qué ponerse, pero como casi todo en su armario era rosa, terminó obvio con algo de ese color. Una camisa y sus jeans azules claritos favoritos. Zapatillas y un abrigo. Ya se había maquillado así que su rostro lucía estupendo. 

¿Qué se suponía que tenía que hacer en una cita ahora? Pues no tenía ni idea. Lo averiguaría en el momento. 

Yoongi pasó por él justo en el horario indicado. Para los padres de Jimin, aquello solo se trataba de una salida de amigos. Solo él y su hermanita sabían que era una cita real. 

Jimin estaba nervioso. Demasiado. No sabía cómo actuar. Antes había estado tan relajado con Yoongi pero ahora era pura timidez. 

El rubio, por su parte, lo encontraba demasiado tierno. Honestamente no veía la hora de ponerle las manos encima a ese chico que nunca había estado con otro. Su inocencia y su virginidad le atraían poderosamente. 

Lo llevó a comer y luego por un helado. Realmente fue paciente porque le agradaba Jimin. Trató de hablarle como un amigo y hacer que se sintiera cómodo. Finalmente lo logró y el chico nuevo se relajó un poquito más. Se dio cuenta cuando no le dejó de hablar un segundo sobre lo ocurrido el día anterior, sobre su encuentro con los matones de la escuela y sobre cómo Jungkook le había salvado. 

— Realmente sigo creyendo que es un idiota, pero puede ser útil cuando uno lo necesita — seguía hablando del pelinegro.

— Admito que yo no sé si te hubiera podido salvar. Probablemente me hubieran hecho pedacitos — comentó Yoongi. — Pero, hey, al menos hubiera intentado salvar tu honor, aunque me costara la vida — coqueteó. Jimin rió. — Eres muy lindo cuando sonríes. Seguramente te lo deben decir siempre — continuó. 

— Solo mis padres — admitió apenado Jimin. 

— Bueno, lo digo yo ahora también — aseguró el rubio. — Eres muy bonito. 

Estiró la mano sobre la mesa y tomó la del contrario.

Jimin dejó que lo acariciara y le sonrió tímidamente. Ese toque literal estaba siendo el máximo contacto físico que alguna vez había tenido con otro chico. Le hacía latir el corazón como loco. 

— ¿Te acompaño a casa? — propuso luego Yoongi. — Aunque honestamente no quisiera que esto termine aún.

— Yo tampoco. Pero tengo que estudiar y ponerme al día. Van un poco más adelantados de lo que iba a en mi otra escuela.

Almas Gemelas - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora