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Ver a su hijo cruzar la puerta de casa sano y salvo, fue todo lo que Chaeyeong y Minjun necesitaron para respirar aliviados. Había vuelto. 

Sabían que Jimin había estado necesitando su espacio para procesar la verdad de su adopción. Sentían que se lo debían. Así que con un enorme dolor lo habían dejado ser. Habían decidido darle el tiempo que necesitaba. Aunque más de una vez estuvieron a punto de subir al auto e ir por él debido al miedo de perderlo.

— ¿Cómo estás? — le preguntó preocupada ella. — ¿Has estado comiendo? 

— Sí, comí en la escuela — contestó serio Jimin. 

— ¿Y anoche? ¿Cenaste? ¿Cómo dormiste?

— Demasiado bien debo decir. Los Kim me trataron muy bien — presumió sobre su estadía con la otra familia.

— Teníamos miedo de que te sintieras solo e incómodo durmiendo en otro lado — habló Minjun. — Es la primera vez que no duermes en casa…

— No, me sentí mejor con Tae y Jungkook. Y seguramente no sea la última vez que me quede con ellos — advirtió. Fue una declaración, y no una petición de permiso. 

— Jimin, nosotros entendemos que esto es muy difícil para ti. Pero no puedes irte cada vez que se te de la gana — el señor Park decidió ponerse firme. Tampoco podía darle el gusto al chico de hacer lo que quisiera solo porque seguía enojado. — Te guste o no aún vives bajo este techo.

Jimin resisto las ganas de protestar. Era cierto que todavía era menor y ellos eran los responsables de él. Eso no lo podía cambiar. 

— Me voy a mi cuarto — anunció en cambio y empezó a caminar hacia allí.

— Jimin, te estoy hablando — lo regañó el mayor.

— Basta — los detuvo Chaeyeong antes de iniciar otra discusión. — Jimin, creo que mejor deberías hablar con Soo-ah ahora. Ella…ya sabe la verdad — confesó entonces.

— ¿Qué? ¿Le dijeron? — exclamó indignado Jimin. Realmente no creyó que se lo fueran a decir tan rápido.

— No, queríamos que fuera tu decisión pero ella nos escuchó esta mañana hablando a escondidas. Se dio cuenta de que algo pasaba y quiso averiguarlo por su cuenta.

Oh, Jimin se sintió terrible de repente. Era su culpa. Debió estar ahí para ella, para explicarle las cosas en lugar de dejarla sola y huir. La pobre no debió haber entendido nada con su ausencia.

— No ha dejado de llorar. Deberías hablar con ella — le pidió Chae.

Jimin no dudó, se dirigió al cuarto de la pequeña y golpeó la puerta. 

— ¡Vayanse! — la escuchó gritar desde dentro. Se oía molesta.  — ¡Quiero que vuelva Jimin! ¡Vayan a buscarlo!

— Soo, soy yo. Volví. ¿Puedo entrar? — le dijo y enseguida pudo escuchar sus piecitos retumbando en el piso camino hacia la puerta. 

— ¿Oppa? — lo miró cuando la abrió. Y no, no se veía enojada. Sus ojitos estaban todos llorosos. Estaba triste.

— Aquí estoy — respondió Jimin y la alzó para fundirse ambos en un fuerte abrazo. Entró a la habitación y cerró la puerta. — Perdóname.

— Creí que no ibas a volver más — sollozó la niña en su hombro.

— ¿Cómo no iba a volver? ¿Estás loca? Yo solo…necesitaba un tiempo lejos para sentirme mejor, es todo. Pero jamás te abandonaría, tonta — le sonrió. La bajó al piso, y se arrodilló ante ella. Limpió las lágrimas de su carita y la miró a los ojos. 

Almas Gemelas - KookminWhere stories live. Discover now