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El estómago le rugía del hambre. Cuando Jimin fue hasta la cocina en busca de algo para comer, se encontró con los dos hermanos atacando una bolsa de papas fritas. Al parecer no era el único hambriento. 

Se acercó y trató de ignorar la presencia de Jungkook después de lo de hacía un rato. Juraba que no podía ni verlo a los ojos de lo avergonzado que estaba. 

— Uh, miren quien viene ahí, el rubio — saludó con entusiasmo Taehyung. — ¿A que no le queda genial, eh? — codeó a Jungkook. 

— Sí, ya se lo dije anoche cuando dormimos juntos — el pelinegro lo miró fijo. — Y se lo volví a decir esta mañana cuando despertamos juntos también.

La cara de Jimin ardió de la pena y de la bronca. Miró a su alrededor a ver si alguien más había escuchado. 

Taehyung solo reía. No parecía sorprendido. — Descuida, Mimi. Kook ya me contó de su trato. Y yo también los vi hoy más temprano durmiendo abrazaditos. Por un segundo creí estar alucinando.

— Oye, ¿por qué entrás a mi cuarto así como si nada? — protestó Jimin. Menos mal que fue él igual y no uno de sus padres, pensó luego. 

— Tenía que asegurarme de que siguieras vivo después de anoche — se defendió Taehyung. — Y que conste que golpeé primero. 

— Yo estoy perfecto. Tú fuiste el que bebió y al que tuvimos que esperar que le bajara la borrachera para que puedas conducir — lo regañó.

— Shh — lo cayó el castaño. — Esas cosas no se dicen en voz alta. 

— Que sea la última vez que manejas así — Jungkook también se sumó al reto. — Se llega a enterar mamá y te mata.

— No estaba borracho. Estaba perfecto después de que me dormí ese siestón en casa de Jin. Y Jimin me hizo beber como tres litros de agua antes — se defendió. — Oye, dile que conduje perfecto hasta la casa — Tae miró a Jimin en busca de apoyo.

— Bueno, sí, lo hizo. No nos quedó de otra — comentó el rubio. — Aunque…si supiera conducir, yo podría traernos a casa cuando salimos — pensó luego. 

— Mimi, yo te amo con todo el corazón, pero ni loco te presto mi precioso auto para que practiques — declaró su mellizo. 

— Hey, estoy seguro de que sería muy bueno. 

— Yo te enseño, si quieres — propuso Jungkook. — Con el auto de papá.

— No — negó con rapidez. — Porque vas a querer hacer otro tonto trato conmigo. Uno peor que el de ahora.

El pelinegro rió. — Amo que me conozcas tan bien.

— ¡Oh, Jimin! — exclamó Jisoo al entrar en la cocina. — ¡Al fin te levantaste! Mírate nomas. Estás hermoso. Tae tenía razón. Es totalmente tu estilo — añadió luego refiriéndose a su cambio de look.

La mujer se acercó y le dio un abrazo. Le acarició el cabello. Jimin se sintió un poco incómodo pero trató de no demostrarlo.

— Ah, gracias. Qué bueno que a todo el mundo le gusta — respondió. — Fue un cambio muy drástico. 

— Te queda divino. Estoy seguro que a Suho también le encantará. Uy, necesitamos hacer fotos de esto — Jisoo sacó su celular y apuntó la cámara hacia el chico. 

— Tampoco es la gran cosa. No necesitamos hacer una fiesta — soltó Jimin de repente y se apartó. Luego se dio cuenta de que había sonado demasiado rudo. — Perdón, es que…tengo hambre — se excusó frotando su estómago.

— Oh, cariño, lo sé — Jisoo lo entendió. Ni siquiera parecía molesta. — Suho fue por comida, ya debe estar por volver. Comeremos pronto. Uy, casi lo olvido. Tengo algo para ti. Está en mi cuarto. ¡Ven, sígueme! 

Almas Gemelas - KookminWhere stories live. Discover now