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— ¿Y ahora a dónde vamos? — insistió una vez más Jimin desde la parte trasera de la moto. Jungkook seguía haciéndose el misterioso y no le quería decir. 

El pelinegro condujo y condujo hasta que llegaron a un punto que Jimin conocía porque lo había visto en internet o en las noticias.

No tuvo que preguntar dónde estaban. Era la torre de comunicaciones de Seúl en el parque Namsan, un clásico de la ciudad. Era un centro turístico con una gran vista pero no fue éste el único motivo por el que Jungkook lo había llevado hasta allí. Era un lugar conocido por ser un punto romántico de encuentro para las parejas. 

Jimin estaba entusiasmado como un niño mientras subían en el teleférico. Y qué lindo era verlo olvidarse de todos sus problemas, al menos por una tarde. Qué lindo era verlo vivir la vida feliz que se merecía. 

Quiero que todos los días sean así para él, pensó Jungkook. Y aunque sabía que pronto Jimin tendría que lidiar con los misterios de su pasado se prometió a sí mismo que pasara lo que pasara iba a ser lo posible por mantenerlo así, con una sonrisa. Sin que perdiera ese brillo tan característico suyo y que lo hacía ser él. 

Le tomó la mano y la apretó fuertemente todo el camino hasta arriba. Jungkook estaba nervioso. Porque sabía que aquí era donde finalmente le iba a dar una respuesta a Jimin a su confesión de la noche anterior. Este era el momento de la verdad. Y quizás lo más importante que fuera a decirle a alguien en su vida.

Quería que fuera especial y no podía ser en otro lugar que no fuera este. 

— Sabes, he venido aquí un par de veces con mis padres de pequeño pero siempre me pareció aburrido — le contó Jungkook cuando bajaron del teleférico y se dirigían hacia unas enormes escalinatas que llevaban a la torre.

— No me sorprende, siempre fuiste tan mala onda, ¿eh? — se burló Jimin. 

— Sí, pero no solo por eso. Es que…como puedes ver aquí vienen muchas parejas a hacer cosas cursis de pareja — señaló a su alrededor y en definitiva sí habían bastantes personas tomadas de la mano paseando igual que ellos.

— Sí, había escuchado algo de que era un sitio muy romántico. 

— ¿Y sabes por qué?

— Mmm creo que no. ¿Por qué? — preguntó curioso Jimin.

— Por eso — señaló entonces. — Los candados. 

En las barandas que rodeaban el camino empezaron a aparecer miles y miles de candados, de todos los colores y tamaños. Jimin quedó fascinado. Porque mientras más subían, más y más los candados lo cubrían todo a su alrededor. Eran demasiados. 

— Ay, no me digas que hacen la tradición de colgar un candado y jurarse amor eterno, me muero — comentó Jimin. Se acercó y leyó algunos de los mensajes y nombres que tenían escrito los candados.

— Sí, eso hacen. Y siempre me pareció tonto. Nunca creí…que iba a venir con mi novio un día a hacer exactamente lo mismo — declaró el pelinegro. Cuando Jimin volteó a verlo allí estaba Jungkook con un pequeño candado de color rosa en la mano.

Dejó al menor sin palabras. No lo había creído capaz de querer hacer algo así.

— ¿Quieres…hacerlo conmigo? — preguntó nervioso Jungkook.

— ¿Estás bromeando? Yo…claro que sí. Es super lindo que quieras hacer esto por mí — Jimin sintió ganas de llorar. Tuvo que frotar sus ojitos.

— No lo hago por ti. Lo hago por nosotros. Porque yo también quiero hacerlo. Y quiero…decirte lo que siento — comenzó entonces. 

— Oh… — Jimin se había estado divirtiendo tanto que se había olvidado que el pelinegro le debía una respuesta. E iba a obtenerla ahora.

Almas Gemelas - KookminWhere stories live. Discover now