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Aquella mañana estaba bastante nublada. El cielo estaba gris y en cualquier momento llovería. El clima era triste así como lo estaban los tres jovencitos al pie de la tumba de Hana. 

El proceso de entierro había finalizado y ninguno había podido decir nada. Solo lo presenciaron en silencio. A su lado también estaba la enfermera que la había cuidado las últimas semanas de su vida. Ella fue la única que le había dedicado unas palabras de despedida a la joven.

Jimin era el que peor se sentía. Hana había terminado en un sector común del cementerio donde colocaban a personas sin familia y que no tenían a nadie que se hiciera cargo de ellas. Había terminado bajo una placa con un nombre que ni siquiera era el suyo, sin ninguna dedicatoria. Y solo había cuatro personas que vinieron a acompañarla. Su vida y su muerte fueron sin duda muy solitarias. Y pensó que nadie eligiría ese tipo de vida a menos que fuera por algún motivo importante. Al menos Jimin necesitaba encontrar una razón para las decisiones que Hana había tomado. Todo lo que hizo, intentar rescatarlo de una mala familia como dijo que había hecho, debía haber valido la pena para algo ¿no? Ella realmente debió haberlo amado mucho para haber sacrificado tanto.

Cuando las primeras gotas empezaron a caer y con su trabajo finalizado, los empleados del cementerio se retiraron. 

— Bueno, niños, yo también me voy. Debo volver a trabajar — los saludó la enfermera. — Espero que les vaya bien. Y gracias por venir a acompañar a Yuna en este último momento. Estoy seguro de que ella estaría muy feliz. 

— Gracias a usted por todo — Jimin hizo una reverencia. — Nunca habríamos encontrado a nuestra niñera de no ser por su ayuda. 

La mujer sonrió y finalmente se fue. Una vez solos, Jimin se agachó de inmediato frente a la tumba y sacó las llaves de su casa de su bolsillo. 

— Jimin, ¿qué haces? — preguntó Jungkook.

— Su nombre era Hana. Al menos merece tener su nombre escrito — explicó. Y con la punta de su llave empezó a rayar el verdadero nombre de la mujer sobre la placa.

La lluvia empezó a caer con más y más fuerza. Pero Jimin no tenía pensado irse de allí hasta terminar su trabajo. 

— Quiero poner nuestros nombres también — miró luego a los otros dos en busca de su permiso. — Quizás no sabemos mucho de ella, tal vez no la recordamos, pero fue nuestra niñera. Al menos eso fue. Y merece tener una dedicatoria también. 

Jungkook asintió. Taehyung lo miró y luego a Jimin. Seguía muy confundido por todo pero las pulseritas eran prueba de que la relación entre los cuatro existió en algún momento y significó mucho para aquella mujer. — Está bien — aceptó entonces.

Jimin empezó la dedicatoria. Luego Jungkook la siguió con su nombre, y Taehyung la finalizó con el suyo. 

Se pusieron de pie y la observaron.

Hana
Niñera de Jimin, Kookie y Tae. 

Quizás no tenían nada para decir en voz alta pero esto era más que suficiente para ellos para decir adiós. 

El clima estaba empeorando así que ambos sabían que era momento de ir a enfrentar la verdad.

Subieron al auto y Jungkook condujo toda la mañana hasta Seúl. Fue un viaje bastante silencioso. Cada uno de los chicos tenía sus propios pensamientos y preocupaciones en los cuales hundirse mientras la lluvia los acompañaba camino a casa. 

— Voy a ir directo a la empresa — anunció Jungkook cuando faltaba poco para entrar a la ciudad. — No deben estar en casa. 

— Mejor — respondió Jimin. Era difícil estar en casa de los Kim ahora pensando que esa podría haber sido su casa desde bebé también. Era mejor hablar en un lugar más neutral.

Almas Gemelas - KookminWhere stories live. Discover now