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Suho estaba en la empresa, en su oficina. Se había preparado para ver a Park a los ojos y decirle todo lo que pretendía. Se sentía seguro de que iba a conseguir lo que quería. Su plan no podía fallar. Estaba tranquilo en ese sentido y no tenía miedo.

Sin embargo, todo esa tranquilidad se fue al diablo cuando recibió una llamada de uno de sus socios de su otro "trabajo".

Al parecer había problemas. Justo cuando menos los necesitaba.

— Que no, que no puedo ir ahora. Estoy ocupado con cosas más importantes — se negó furioso a dejar su lugar. — ¡Ocúpate tú de solucionarlo!

— Estos chinos están locos. No van a ceder si tú no te presentas, Suho — escuchó que le decían del otro lado de la línea. — Se está yendo todo a la mierda. Tienes que venir cuánto antes.

— ¡Ya sabes cómo son! Son puro bla, bla. Me tienen harto estos hijos de puta. ¡Arréglalo! — ordenó gritándole al teléfono.

De repente, se escuchó un tiro y la llamada se cortó. 

— ¡Malditos chinos, hijos de la gran…! — insultó Suho pero se calló cuando su abogado abrió la puerta. 

— Park ya está aquí. ¿Lo hago pasar? — le informó el hombre.

— Eh, sí — intentó tranquilizarse. Ya iría luego a arreglar el desastre que sus inútiles socios no podían manejar. Ahora esto era más importante.

Arregló su corbata y su cabello. Retomó el control y finalmente observó a Park Minjun entrar en compañía de su abogado. Uno costoso que reconocía por el nombre. Esto claramente había sido obra de su esposa. La falta de su apoyo realmente lo desesperaba. Estaba tan molesto.

— Por favor, siéntense — los invitó de todos modos. — ¿Quieren tomar algo?

— Sin vueltas, Kim — lo enfrentó Minjun. — Ya sé lo que quieres. Y vine a verte especialmente a la cara para decirte que no. No puedes tener a mi hijo.

— No sabes lo que quiero — se defendió el otro. — Ni siquiera sabes lo que te voy a proponer. No creas que me agrada esto de enfrentar a los dos familias de Jimin.

— Jimin tiene una sola familia. Mi esposa, yo, y su hermanita de diez años — lo corrigió el otro. — Eso es todo.

— No, no es así — discutió Suho tranquilo. — Jimin fue robado de su familia biológica hace mucho tiempo y recién ahora pude encontrarlo. Es justo que vuelva a su casa de la que nunca debió salir. ¿O no es así? — miró a su abogado. Éste le dio la razón. — Sin embargo, no soy tan insensible como creen todos. Yo estoy agradecido de que hayan cuidado a mi hijo todo este tiempo, y obviamente no quiero que pierda contacto con ustedes. Sé que eso lo lastimaría mucho. 

— No entiendo. ¿Entonces qué quieres? — preguntó Minjun confundido. 

— Esto es lo que te ofrezco. Es simple. Jimin vuelve a vivir con nosotros. Le doy mi apellido como corresponde. Y ustedes pueden tener acceso a él tanto como gusten.

— No — negó de inmediato el otro sin siquiera terminar de oírlo. 

— Pueden venir a verlo a la casa. Y él tendrá mi permiso para visitarlos también — continuó Suho como si nada.

— No jodas. ¿En serio? ¿Visitas? — rió. Ni loco aceptaba semejante locura.

— Es el mejor trato que puedes hacer conmigo, Park. Te sugiero que lo pienses. O de lo contrario…

— ¿De lo contrario qué? — lo desafió. — No te tengo miedo. 

— Voy a pelear la custodia de Jimin — le advirtió. — O me la das por las buenas o la consigo por las malas. Y créeme que el único que saldrá perdiendo eres tú.

Almas Gemelas - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora