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— Que conste que solo hago esto porque mi mamá me obligó — comentó Jungkook mientras conducía por la ruta.

En el asiento de copiloto Jimin iba con la bolsita con el postre que la señora Kim le había prácticamente obligado a llevarse. La mujer lo había despedido con un beso en la mejilla y casi que hasta no lo había dejado ir porque no paró de hablarle en ningún momento. Se preguntaba cómo una dulce mujer como ella podía tener un hijo tan odioso como el que conducía a su lado ahora. 

— Ya veo que sí le tienes miedo a alguien al final — se burló Jimin. 

— Nah, soy buen hijo, que es diferente — lo corrigió el pelinegro. — Pero esta va a ser la última vez que te haga de chofer.

— Gracias a Dios — respondió el otro. — Hubiera preferido que me lleve tu madre. Fue muy linda conmigo — presumió.

— No creas que eres tan agradable. Solo le caes bien a mi hermano y a mi mamá porque no conocen tu lado insoportable como yo — comentó Jungkook.

— ¿Y no pensaste que tal vez no tienen porqué conocerlo porque ellos no son idiotas conmigo como lo eres tú? 

Jungkook sonrió sin quitar la vista del camino. Este flacucho quizás no sabía defenderse físicamente pero sí con palabras cuando quería. — No te he hecho nada que no te merecieras — se defendió luego.

— ¿Ah no? — exclamó indignado Jimin. — Hasta dónde sé me has tratado como niña desde el primer día que me conociste. Y que conste que yo no pedí que me salvaras en ese callejón y te metieras en mi vida. 

— Si no lo hubiera hecho, estarías ahora  muerto.

— ¡Y ya te agradecí por eso!

— Sí, arruinando mi chaqueta. 

— ¡Puedes meterte esa horrible chaqueta por donde no te da el sol! — exclamó Jimin, ya harto de esta discusión. 

— Ves que tienes un carácter podrido. Ternura, un carajo. Eres insoportable — rió el pelinegro.

— ¡Tú también! ¿Crees que me estoy divirtiendo ahora con tu hermoso carácter? ¡Preferiría volver caminando a mi casa!

Jungkook disminuyó la velocidad hasta detener el auto luego de escuchar eso último.

— Baja entonces. Adelante — le indicó al chico.

Jimin miró por la ventana. Estaba oscuro y seguían en medio del campo. Jungkook no podía estar hablando en serio ¿o sí? Porque él no lo había hecho. Solo estaba enojado. 

Al ver que no se movía, se inclinó hacia su lado y le abrió la puerta.

— Que te bajes — le ordenó.

Jimin podía ver en su rostro que sí, hablaba muy en serio. 

— Te bajas o te bajo yo — insistió Jungkook.

Asustado, inmediatamente se quitó el cinturón de seguridad y bajó del vehículo. Miró a su alrededor. Hacía frío, había viento y no se veía ni un alma, ningún otro vehículo. 

— Cierra la puerta — volvió a ordenar su compañero. 

— ¿De verdad... me vas a dejar solo aquí? — preguntó temeroso. 

— Eso querías ¿no? Para que veas que no soy tan malo y cumplo tus deseos — sonrió malvadamente el pelinegro.

Jimin frunció el ceño. — ¡Uh, vete al diablo! — cerró entonces la puerta con bronca. — ¡Ojalá choques! — le gritó y alcanzó a patear el auto antes de que éste arrancara y se fuera.

Almas Gemelas - KookminWhere stories live. Discover now