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"Angustia"

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Narradora Pov

«No dejes que este mundo dañe tu bello corazón». Los ojos rubíes hicieron conexión con el color verde de los ajenos. Akko pensó en sus palabras y las meditó unos segundos. «Padre». «¿Sí, Akko?» «No te apartes de mi lado». «No tengo las intenciones de abandonarte, pero la vida es impredecible y la muerte inesperada. Tienes que estar preparada para lo que ella te enseñe a lo largo del comienzo de tu vida». Johan rio sutilmente. «Eres una persona madura y fuerte, aunque debo decir que todavía te falta aprender de mucho más».

Akko exhaló con la mirada perdida en algún punto del suelo; pensaba demasiado mientras que era vista con lastima por dos personas en particular. Con debilidad miró las prendas empapadas y las acarició con sus dedos pulgares.

¿Cuántos días habían pasado desde aquella noticia? No recordaba exactamente las horas o los minutos en que su mente descansó; por las noches era casi imposible, y en el día se limitaba a solamente hacer los mismos deberes una y otra vez.

Estaba cansada y sus parpados hinchados de llorar en silencio por las noches, lo demostraban. No podía aceptarlo y le lastimaba el corazón de tan solo recordarlo. «Dijiste que no te irías de mi lado», se dijo y su ceño se frunció con fuerza soportando de nuevo las ganas de desahogarse. «Mentiroso...», pensó recordando el momento exacto cuando él había dicho que se encontraba bien. «Eres un mentiroso».

Suspiró y continuó su labor. Una vez terminó no encontró nadie en el hogar sintiéndose un poco aliviada. La casa de la señora Angelica era cómoda y bonita, entregando un aura de tranquilidad que no disfrutaba para nada; solo la ahogaba cada vez más. Ella tenía que ir a verlo; de cualquiera manera necesitaba verlo, pero, ¿Cómo? Las personas del pueblo tenían la mirada puesta sobre ella y no quería crear más alboroto.

Agarró una canasta cercana, se alistó y ajustó el cinturón de su bolso, dispuesta a salir por tercera vez.

Caminando por el pueblo se topó con dichas miradas previas y escuchó el murmurar de cada una de ellas. «¿Es ella?» «Sí». «Es una lástima». «¿Está soltera?» «No creo que tenga futuro, no pierdas el tiempo». «Vamos, es tu momento, solo háblale». «Necesita de un hombre o morirá pronto». «Pobre jovencita, si no consigue a alguien... No quiero ni pensarlo». «Que desperdicio de mujer». «Era una mantenida». «Ese negocio no le funcionará de nada. Si el hombre muere la mujer no le queda nada más que vender su cuerpo».

Su ceño se frunció con molestia, y con ese sentimiento en su pecho, ingresó al negocio familiar cerrando con fuerza la puerta. «Estúpidos...», pensó apretando con fuerza sus puños. «Son unos estúpidos...», repitió dejando que las lágrimas salieran de sus ojos llenando otra vez su corazón de impotencia.

Dobló sus rodillas y escondió su rostro, desahogando una vez más el agonizante dolor en su pecho.

«Hemos llegado muy lejos, ¿no lo crees?» Akko asintió. «Gracias por no pensar como los demás». Johan le sonrió. «El amor a veces es tardío». «¿Crees que cuando me enamore me correspondan?» «Seguro. ¿Quién no correspondería a mi bella hija?» Sus parpados se cerraron y volvieron abrirse. «Traje un libro conmigo, se trata acerca de una chica hada que puede ver tus más profundos deseos. ¿Me lo lees?» «Después de la cena». «¡Sí! ¡Gracias, papá!»

Suavemente el aire de sus pulmones se escapó por sus labios mientras que, sus ojos rubíes humedecidos se posaban con lentitud en los tablones de madera del suelo. «Papá...»

Bosque Mágico (Diakko♥)Where stories live. Discover now