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"El ultimo llamado"

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Narradora Pov

Sus parpados se abrieron con lentitud acostumbrándose a la tenue luz del amanecer y su cabeza se volteó esperando ver al ser que la acompañó en esa noche, pero al no encontrarla no se molestó o causó algún sentimiento de tristeza. Estaba feliz; un sentimiento de felicidad la abundaba que se mostró en una amplia sonrisa.

Suspiró y dejó caer sus brazos observando el techo. No podía creerlo; parecía irreal. «¿No estoy soñando?», se preguntó tanteando su rostro. Había sido realmente encantador; demasiado para su corazón, aunque la guardiana no se mostró como ella lo hizo, igualmente aún les quedaba mucho tiempo y su historia, apenas comenzaba.

«Diana...» No podía sentirse más contenta en ese momento. Dio algunas vueltas más en el extraño y cómodo lecho realizado con un material parecido al de la paja, para después ponerse de pie y quitarse la suave manta marrón. Se colocó sus prendas y se aproximó a la mesa de madera sostenido por fuertes raíces, topándose con dos platos hecho del mismo material; cada uno de estos tenían un número mágico arriba.

Lo primero poseía una hoja común y corriente, lo segundo era algo viscoso de tonalidad morada que levemente se movía. Hizo un gesto de asco, pero se atrevió a probarlo una vez que ingirió la hoja. «Guao...» Era sabroso; su paladar había sentido un nuevo sabor esplendido. Miró por la pequeña ventana donde ingresaba la luz y pensó en lo que, la guardiana, estuviera haciendo a esas horas.

Terminó, y con prisa abandonó el hogar en busca de la persona que más anhelaba su corazón. La encontró observando el horizonte desde la punta de un acantilado con su típica postura firme y manos juntas detrás de la espalda; su cabello hondeaba con el viento y su expresión continuaba siendo indiferente.

No le costó mucho llegar y captar su atención.

—Buenos días, Atsuko.

—Buenos días, Diana —dijo con una sonrisa acompañado de un rubor en sus mejillas; su cuerpo por dentro vibraba con anhelación de volver a cerrar la distancia como el día anterior, sin embargo, aún después de lo que ocurrido se sentía... como si las cosas no hubieran cambiado—. ¿Puedo...?

La guardiana la miró y asintió permitiendo que sus brazos la rodearan en un afectuoso abrazo que fue, algo correspondido. La castaña, recostó su cabeza en su hombro y contempló lo que ella veía, para después cerrar sus parpados y acurrucarse en la comodidad y calidez que le era entregada.

Diana la observó en silencio e ignoró en un comienzo sus acciones, pero, su mente despertó luego de haber visto lo ocurrido más allá de lo conocido, y con profundidad se fundió en el abrazo. Era la primera vez; la primera vez que, la guardiana, la abrazaba de esa manera y su corazón latía de una inmensa felicidad.

Al separarse se acercó con confianza a sus labios depositando un corto y cariñoso beso. Diana la miró y, cuando acabó, respiró con suavidad, para luego extender su mano detrás de su oreja y mostrarle una flor de color amarillo fuerte y claro con una fragancia intensa.

Akko sonrió de ternura y lo tomó de manera inocente.

—Gracias.

En ese día, la castaña permaneció a su lado hasta el atardecer donde se dispuso a retirarse con una sonrisa ilusionada en sus labios. Llegó a su hogar, subió a su habitación y tomó unas prendas nuevas para darse una ducha. Al acabar se dirigió a donde su padre se encontraba trabajando: en el jardín de los cultivos.

Bosque Mágico (Diakko♥)Where stories live. Discover now