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"Dos caminos diferentes"

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La devastación continuaba por todos lados.

Los sonidos de ayuda y súplica de los animales, llegaron a sus oídos, haciéndola otra vez temblar hasta los huesos.

Cerró los ojos, intentado sin éxito opacarlos; intentando sin éxito dejar de pasar desapercibido el daño que no parecía tener un final. Sin embargo, trataba más de olvidar el grito desgarrador de su padre.

«¡¡¡NO!!!». Se acercó y extendió el brazo en un intento de alcanzarla, pero, cuando su mano estuvo a escasos centímetros, ella, desapareció y apareció en un nuevo lugar; uno que creía conocer.

Abriendo sus parpados cansados de demostrar su dolor, giró a ver a la responsable, que la miraba con suma atención. Atsuko se apartó con un paso, manteniendo sus manos aprisionadas contra su pecho. Y esperó.

Akko esperó a que la guardiana, la mujer que amaba, cumpliera con su palabra. Akko esperó el agobiante e insoportable dolor que atravesaría su pecho. Ella esperó, el destino que tenía puesto desde nacimiento.

Sin embargo, nada de eso llegó. Diana, la guardiana que protegía y cuidaba del bosque mágico en el que una vez se sintió segura, solo la miró. Sus ojos azules, profundos y claros, los más hermosos que alguna vez vería en su vida y daba las gracias por haberlo hecho, la miraban de una manera que no podía describir.

Pero, no deseando ilusionarse; no deseando crearse alguna expectativa que la llevara de nuevo a un final desgarrador, lo dejó a un lado.

Akko recordó esos momentos dolorosos; esas palabras frías y sin sentimiento. Recordó esa noche a su lado y le dolió más al saber que había sido mentira; una farsa.

Molesta de haber dejado que pasara; de haber permitido que la utilizaran, con algunas lágrimas aun descendiendo por sus mejillas, agarró y colocó con agresividad, la mano de la guardiana contra su pecho.

—Hazlo —soltó—. ¿Qué esperas? —dijo.

Diana, no le respondió. E Impaciente y cansada, Akko le gritó.

—¡Vamos, hazlo! ¡Arráncame el corazón! ¡Cumple con tu deber! ¡Mátame, Diana!

Una vez más, los labios de la guardiana no se movieron. Y Akko, no hizo más que enfurecerse, presionando con mucha más insistencia la mano que yacía en su pecho. Exclamando otras palabras que fueron ignoradas.

El bosque continuaba falleciendo. Lograba escuchar el crujir de las grandes estructuras caer; lograba sentir el ardor, la picazón y el dolor en su cansado pecho.

Akko le gritó otra vez, pidiéndole que dejara los juegos a un lado; pidiéndole que dejara de mirarla; pidiéndole que hiciera algo; pidiéndole que, por favor, acabara con su sufrimiento.

Ella estaba cansada. Akko estaba cansada, de todo.

No obstante, ninguno de sus deseos fue cumplidos; ninguna de sus peticiones fue escuchadas. No, la guardiana, que la admiraba llorar nuevamente frente a sus ojos, estiró su mano libre, pasando y apartando con seguridad las nuevas lágrimas derramadas.

Una vez más sus ojos se cerraron, molestándose y odiándose por haber cedido tan fácilmente. Terminando por descansar, acariciar y restregar su mejilla en la palma de la mano ofrecida; agarrándola con las suyas en deseo de no perder la calidez, aunque fuera con intenciones muy distintas a la suya.

Bosque Mágico (Diakko♥)Where stories live. Discover now