3. A escondidas de Judas.

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Mateo

Cuarto día encerrado en esta cárcel, el colegio. Y encima, a las nueve de la mañana, teníamos con el de matemática.

—Yo creo que tienen repetir— opinó Mayra.

—Yo opino que también tienen repetir— acertó Lautaro sobre lo que dijo nuestra amiga.

—El punto es que me va a costar un huevo que nos volvamos a ver, y eso es lo que más ansiedad me da— dije con tono negativo. La profesora de historia explicaba lo que íbamos a hacer en el año y nosotros en el fondo charlando de la conversación que tuve con Franccesca.

La única y última conversación la tuvimos el mismo día del UPD, y no volvimos a hablarnos. Y aunque suene medio intenso y raro, extrañaba demasiado sus labios y necesitaba volverla a ver una vez más; obvio que tenía miedo porque, como bien sabemos, hay alguien importante metido en el medio. Pero no podía vivir pensando en eso, iba a estar cagado todo lo que resta del año sino.

—Sos todo un trolo, te amo— me sonrió Mayra.

—¿Qué decís, loca? ¿Te tomaste la pastilla?

—Andá a cagar— me respondió, para después sacarme de la cómoda posición en la que estaba encima de su cuerpo.

—Amigo, tené en cuenta que te responde los mensajes al toque, ¿dónde viste una mina que haga eso?— me consultó mi amigo. Con total discreción, Mayra alzó una ceja y lo miró con cara de culo.— Y no lo digo por vos específicamente, Maribel.

—Decime de vuelta Maribel y te corto la yugular— amenazó, haciéndome reír. La enana rabiosa.

—Es muy raro todo, no sé— bufé cruzándome de brazos.—. Igual, siento que nos tenemos unas re ganas mal.

—Sentís bien— acotó Mayra mientras asentía.

Había buscado a Franccesca por todos lados, por Twitter; por TikTok; por Snapchat... Sólo la encontré en Twitter, pero no la seguí porque iba a ser un montón. Vi algunos de sus tweets, que eran tirando indirectas o dando retweet a frases de canciones que hablaban puramente de sexo, quiero creer que no le tiene miedo a nada.

Supuestamente es de acuario, y cumple el 10 de febrero. Tiene diecisiete cumplidos.

Eso ya sí que suena medio psicópata.

La hora de historia no pasaba más, pero tampoco quería que venga el de matemática porque iba a ser otro aburrimiento más. Así fue, el timbre sonó dos minutos antes de lo esperado y no quería asimilar que ahora tenía una hora y veinte reloj con esta persona, sin ningún recreo de por medio.

Agarré mi celular entre que el profesor venía y me apareció que la de rulos había subido una historia a Instagram, era una foto de ella del día del UPD, con su remerón rosa y sus trencitas de costado. Se la quería reaccionar, pero no me dio y se la pasé de largo.

—Buen día, chicos— nos saludó Maximiliano apenas entró. Hoy vino vestido con una campera de cuero, chupines y unas zapatillas formales pero no tanto. Rodé los ojos.

Empezó a explicar un tema nuevo y yo, como siempre, no tenía ni la cartuchera encima del banco, solo el celular y mi cara de orto. A Mayra le costaba un huevo esta materia y prestaba atención, Lautaro ya la tenía clara. Me quedé mirando por la ventana y me volvió a agarrar sueño, pero no me quería dormir porque eso desataría otra pelea con el profesor.

Pasaron quince minutos y dejó ejercicios para hacer sobre lo que explicó, yo por mi parte no sé ni qué día es. Apenas apoyé la cabeza sobre el banco, escuché la voz del profesor:

cicuta; trueno.Where stories live. Discover now