40. Día 6: Primero de... ¿muchos o pocos?

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CONTINUACIÓN DEL CAPÍTULO 39

Mateo

—¿Cómo te sentís?

Franccesca tardó en contestarme.

—Bien— dijo ella.

—¿Segura?

Negó con su cabeza.

—No sé como me siento— bufó, tapándose el rostro y dejándose caer sobre sus rodillas.

Estaba muy en pedo.

No podía seguir retándola porque estaba en un estado bastante crítico en cuanto a su alcoholismo. Me daba más bronca el hecho de que se haya puesto así por lo mal que estaba emocionalmente, y saber que era por la relación, me partía el alma.

Estaba conteniendo explotar hace rato, pero esto ya sobrepasó todo.

A Franccesca le sonó el celular y ella lo vio sin esperar un segundo más. Automáticamente, los ojos se le llenaron de lágrimas como antes. No pude ni preguntarle qué pasó, que ya se metió al baño y se encerró ahí.

Tomé el celular y eran mensajes de Marco.

[21/07 09:31] marco: boluda no entiendo nada
[21/07 09:31] marco: papa y mama se agarraron a los gritos que mierda pasooo

Hasta acá llegó todo, fue lo primero que pensé.

Respiré como pude al darme cuenta de lo mucho que se fue de las manos, todo de un día para el otro. Ahora a mí me entraba la picazón en los ojos, no quería seguir haciendo de cuenta como que nada me afecte para no hacer las cosas peores.

Alguien tocó la puerta y sabía que, quien sea que se encuentre detrás, le iba a pedir encarecidamente que tome mi lugar para ayudar a Franccesca, porque necesitaba despejar la cabeza de cualquier forma.

Abrí y era Mayra, un tanto preocupada.

—¿Qué pasó...?

—Quedate vos, por favor— pedí interrumpiéndola, ella asintió.—. Está en el baño, no puedo más.

—No me asustes, Mateo— murmuró la morocha, pasando a la habitación de Franccesca.

—Tratá de que se recomponga para ir a Grisu.

Sin decir más nada, salí y dejé que mi amiga se haga cargo de mi novia, por más cagón que suene. Subí las escaleras hasta llegar a mí habitación, no había nadie porque todos estaban previando en los del sacramentado. Vi que en la mesada había una buena botella de vodka, me serví apenas el culito en un vaso y lo tragué de una, me di cuenta que tenía que seguir los pasos de Franccesca si yo tampoco quería pasar una mala noche.

Me tiré de espaldas a la cama e inmediatamente me sentí la persona más vulnerable del mundo, me dolía ver lo difícil que se me estaba haciendo amar a una persona, todo por el rencor de un mayor. Tenía el peso de ser alguien con muy mala suerte, no solo con mi novia, sino con todo en general. Deseaba con todas mis fuerzas que se termine esta pesadilla.

Las lágrimas se me hicieron imposibles de frenar, no contaba con que todo se desborde en Bariloche. Era una corrida de emociones por todo el cuerpo. Angustia, felicidad, temor, adrenalina... Pero nada me contentaba, era como si no pudiera controlar todo eso que nombré. Ni Franccesca ni yo sabíamos cómo controlar este lío, aunque mi único miedo sea perderla.

cicuta; trueno.Where stories live. Discover now