43. Los locos Adams, un poroto.

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Mateo

Mi vieja me cebó el segundo mate y yo lo recibí más ansioso que nunca, necesitaba mucho volver a tomar como tres termos por día. Volví más deshidratado de lo normal de Bariloche, y obvio que mi vieja me cagó bastante a pedo por haberme descuidado tanto. Mientras, mi viejo estaba haciendo el fuego para el asado. Nuestra más sincera ayuda era cebarle mates entre toda su lucha con la leña.

Ellos organizaron una especie de bienvenida, invitaron algunos familiares más para que no seamos siempre sólo los cuatro. Soy la persona más gede de la casa, cómo se nota que extrañaron mis actitudes de insoportable.

—Sí, no nos llevamos una buena mirada de tu profesor, se ve que nos tiene la misma manía que a vos— acotó mi mamá, concentrándose en sólo mirarme.

—Con Franccesca nos despedimos en el aeropuerto de Bariloche, no quería que nos vea ese hijo de puta— informé, y ella rió.

—Después de todo lo que me contaste que pasó allá, más les valía que no los vea juntos— asintio comprensiva. Obviamente que, apenas llegamos a casa después de que me hayan pasado a buscar por el aeropuerto, les conté todo el chisme que mi cabeza podía recordar, no se quedaron sin ni un detalle.

A mi hermano le conté lo básico, y también le di los chocolates que le prometí por haberme guardado las flores que encontró hace unos días. Justo ahora, él estaba haciendo tarea del colegio a nuestro lado.

—¿Sabés si Franccesca habló con el papá?— me preguntó.

—Ya me lo hubiese dicho— contesté, haciendo referencia a que no lo hizo.

—Hablando de Fran...— apareció de nuevo mi papá en la conversación.—. ¿Por qué no la invitás a comer? Necesitamos otra boca para terminar toda esa carne que compró tu mamá— propuso.

Me llevé la mirada de los tres para escuchar mi respuesta, y a mí sólo me daba pánico que conozca a mi familia. No porque me dé vergüenza, sino porque siento que es muy temprano. Por más de que hayan pasado pocos días de que volvimos del viaje, yo no la había vuelto a ver, pero no iba a aprovechar eso para invitarla.

—'Tás en pedo— acoté riendo y haciendo montón con la mano.

—¿Por qué no?— frunció el ceño Pedro.

—Nah, está con su familia...— justifiqué, aunque no era una excusa tan válida.

—Que no venga— opinó mi hermano, haciendo que ahora todos lo miremos a él.

—¿Qué te pasa con mi novia, pamflín?— interrogué, devolviéndole el mate a mi vieja.

—Es un almuerzo con la familia, no con la pareja— explicó él sin siquiera dirigirme la mirada, sólo estaba enfocado en terminar su tarea de naturales.—. Aparte, sólo se lleva bien con mamá...

—Ey, conmigo también— intervino mi viejo, ofendido.

—Porque le hiciste de uber cuando estaba en pedo— recordó.

—¿Por qué te cae tan mal? ¿Qué verga te hizo, traumado?

—No me cae mal— respondió a mi pregunta.—. Pero la ves todo el tiempo, por un día que no la veas...— argumentó, y mis viejos empezaron a reír.

—¿Qué onda, celoso Palacios?— lo jodí, y él me miró mal.— Cuando estés en pareja, ya me vas a entender— prometí, pero mi hermano no hizo más que negar con su cabeza.

—No, gracias, así estoy bien— dijo conforme.—. Ya terminé, voy a jugar a la play— avisó, guardando sus cosas y cerrando sus cuadernos. 

Lo vi yéndose para adentro de la casa y, en vez de ir a jugar como había dicho, se fue a encerrar a su cuarto.

cicuta; trueno.Where stories live. Discover now