52. Solicitud de rescatistas.

579 45 17
                                    

Mateo

Todo fue en contra de mis principios.

Y es que el pedo nunca me había pegado tan rápido, jamás había tomado tanto en mi vida.

—¿Me acompañás al baño?— preguntó Mayra, yo asentí.

Sabía que si seguía tomando el fernet, me iba a dar vuelta por completo, por lo que decidí dejarlo en la mesa y que Dios se apiade de ese vaso y del que lo tome.

Como mi amiga se sabía el camino de memoria hacia el baño, que era del tamaño de mi habitación, yo sólo la seguí por detrás. Ella me dejó pasar y yo quedé sentado en el piso para rescatarme.

Nos teníamos la confianza suficiente como para que yo esté acá adentro.

—¿Qué tan en pedo estás?— interrogó la morocha mientras que tenía fija la vista en la luz.

—Lo necesario como para no hablarle.

—Entonces estás muy en pedo, bien— me felicitó, y yo volví a asentir.—. Pero sabés que no podés manejar en ese estado, ¿no? Te para la cana y no tenés papeles, ni licencia, ni cordura— reconoció, pero le resté importancia rodando los ojos.

—Será un problema para mi yo del futuro— acoté, haciéndola reír.

Mayra se lavó las manos una vez que terminó de hacer sus necesidades, y me extendió una de ellas para poder pararme, pero quería quedarme acá tirado hasta que se me pase un poco. Todo me daba vueltas, todo el sabor a alcohol estaba en mi boca, todo parecía al revés. Habré probado todos los sabores y alcoholes que había, y nada me daba más asco que eso. 

—¿Querés que te traiga agua?— preguntó, agachándose para estar a mi altura.

—Un abrazo quiero— corregí.

—Ah, pero sos un trolo...— opinó, arrimándose para abrazarme por los hombros. Le correspondí el abrazo y quedé con mi cabeza apoyada en su hombro para seguir descansando.—. Los pibes van a querer jugar a algo, ¿querés que vayamos o te quedás out para rescatarte?— interrogó.

—Vamos, ya fue— contesté, a lo que Mayra sonrió.

Me obligó a que me lave la cara antes de salir del baño y me miré por última vez al espejo. No me reconocía, el mareo me hacía distorsionar toda la realidad.

Pasamos por la cocina para agarrar una botella de agua y me bajé la mitad de un sólo sorbo. En el patio ya se había hecho un junte de gente sólo para jugar a lo que proponían los pibes; vi de reojo qué era lo que tan entretenida tenía la juventud y con sólo reconocer ese tablero, me vino un flashback muy fuerte, o varios: Mayra comiéndose a Pedro, yo comiéndome a Celene, y Franccesca comiéndose a Santiago.

Habían muchas caras conocidas, la vi a Delfina hablando con Matías y Tadeo, y también la vi a la pelinegra que me crucé en la cocina, ella hablaba con sus amigas, que también eran del sacramentado. Es increíble cómo la mayoría de las personas que estaban en la joda, eran mujeres.

Se nota que no nos llevamos tan bien con los varones.

—Recomponete, chabón— me murmuró Mayra, tocándome la cara para que me despierte.

También me había despertado una vibración del celular.

Era puro Instagram.

"kala (kalaboeroo) comenzó a seguirte".

Levanté la mirada del celular para mirarla y ella seguía el celular, y por el simple movimiento de sus dedos tocando la pantalla, se notaba que estaba viendo historias, y espero que no sean las mías. Qué vergüenza. Tenerla justo en frente me hacía acordar a Franccesca.

cicuta; trueno.Место, где живут истории. Откройте их для себя