29. Actualización y fe.

1K 67 26
                                    

Mateo

—¿Pueden, por lo menos, mirarse?— consulté rendido, pero mis amigos seguían sin darse pelota. Hace cinco minutos que estoy tratando de remarla para que se reconcilien y ni eso.

Un poco frustrado, me crucé de brazos y decidí en no volver a hablar hasta que se dirijan una mínima palabra. Los junté a ambos en uno de los recreos para que puedan charlar las cosas; me costó un toque, pero no quería seguir dividiéndome para estar por separado con los dos. Me volvían loco.

—Te re zarpaste en lo de Enzo, Lautaro— habló, y no tuve otra reacción que celebrar. Es la primera cosa que se dicen en toda la semana.

—¿Yo me zarpé?— soltó ofendido el nombrado, otro festejo salió de mi parte cuando se miraron. Por horas se ignoraron como los mejores, y parecía que se odiaban.— Vos te re mil zarpaste cuando me echaste en cara cosas que no tenían nada que ver...

—¡Me dijiste trola en frente de todos!— interrumpió Mayra.

Abrí mis ojos de par en par cuando escuché eso.

—¿Vos le dijiste trola?

—No te metas, Mateo— ordenó el platinado. Yo alcé mis manos y dejé que se sigan matando.—. No te dije trola, no digas cosas que yo no dije— recordó, apuntándola con su dedo índice.

—A mí bajame el dedito, idiota— se quejó a la par que le corría el mismo.—. Si una mujer se come al que quiere, es una puta, pero si un hombre lo hace, es un campeón. ¿Por qué no me chupás bien el orto...?

—Nunca te traté de puta, Mayra, ¿qué decís?— hizo montón con la mano.

—Ah, ¿ahora soy mentirosa?

No entiendo nada.

—Mateo, ¿podés decir algo?— dijo Lautaro rendido.

—Pero me dijiste que no me meta...

—No te metas, Mateo— me interrumpió Mayra.

¿Acaso estaré un poco loco o escucho cualquier cosa? 

Me volví a cruzar de brazos y seguí mirando lo que pasaba.

—Lo que yo haga o no con mi vida es cosa mía, no de ustedes dos— prosiguió hablando la morocha.

—Yo no dije nada...

—¡No te metas, Mateo!— me interrumpieron los dos a la misma vez.

—¡Bue, loco! ¡Me meten a mí y yo no puedo opinar!— argumenté cansado.

Pero me ignoraron para seguir discutiendo.

—Antes de entrar a lo de Enzo, te dije bien claro que yo no quiero que me metas en ningún bardo, y ahora vas a estar pesadísima porque vas a comenzar a histeriquear de vuelta con él. Y yo a vos, histérica, no te banco.

—Ah, ¿sí?— cuestionó, entrecerrando sus ojos.— Quedate tranquilo que no voy a expresar mi histeriqueo con vos, eso lo tengo re claro— afirmó mientras asentía con su cabeza.

—¿Te das cuenta lo pelotuda que sos?— dijo Lautaro.

—Matate, enfermo— chistó.

cicuta; trueno.Where stories live. Discover now