30. Hide & seek.

1.1K 61 47
                                    

Mateo

—¿Todo eso tenías en tu casa?— pregunté sorprendido, ella asintió un poco culpable.

Había puesto cinco buzos míos en mi cama, y tres de ellos eran mis favoritos.

—Se les fue tu perfume— explicó del por qué me los estaba devolviendo.—. Te juro que hoy sólo me llevo el que tengo puesto— prometió, mirándome arrepentida.

—Y agradecé que te dejo llevarte— la apunté con mi dedo índice.

Me puse a doblar los mismos buzos para guardarlos en mi armario, mientras que Franccesca buscaba qué canción poner en el parlante. Hoy, jueves, nos juntamos en mi casa ya que de vuelta están esas capacitaciones de los profesores y nosotros no fuimos al colegio. Vino a dormir ayer a la noche y mis viejos ya se habían ido a trabajar hace rato.

—Tenemos que hablar sobre los chicos— insistió con el mismo tema, bajándole el volumen a la música.

Yo suspiré. Ella se había enterado de las piñas que se comieron sus compañeros, y aunque no me dijo nada porque sabía que yo no había participado, sí se quedó con la idea de que yo sabía muy bien el motivo por el cual los agarraron.

—¿Justo hoy que estoy de buen humor?

Franccesca asintió a mi pregunta.

—Vení— pidió, señalando nuevamente mi cama para que me siente con ella.

Me puede sacar al toque la ficha de todo, eso es lo que más miedo me da.

Me senté como todo un gobernado y recé lo más que pude.

—Yo sé que vos sabés— murmuró, mirándome con obviedad.

—¿Tanto se me nota?— consulté con enojo.

—Sos su amigo, Mateo— recordó y volví a suspirar. Por una parte, me arrepentía de haber dejado que se caguen a piñas.—. Es imposible que no te hayas enterado, sabiendo que está Santiago en el medio y que bastante bronca le tenés— añadió para poder quitarme más información.

No le quería mentir a ella.

—Viste que los pelotudos del suda se hicieron una cuenta para bardear, ¿no?— comencé desde un inicio, a lo que ella asintió.— ¿Viste la historia que subieron hace unos dias?

—Los dejé de seguir hace un montón— informó y me quedé sorprendido. Ni me di cuenta de eso.

—Bueno, Santiago subió un video con un tema tirando una indirecta, que no viene al caso cuál, y puso que el villerito compa suyo no es— confirmé con lujo de detalle.—. Después, eso que contestaba en el ping pong de preguntas, cómo te trata a vos sabiendo que estoy yo cerca... Me hace re enojar, posta. Decime celoso y todo lo que quieras, pero yo conozco como somos los pibes y las intenciones que tiene ese flaco no son de amiguito, son de forro despechado porque no le dás bola— aseguré.

Lo que no quería, era terminar discutiendo.

—Sí, yo no soy boluda, veo cómo me trata y sé lo que quiere— dio a entender.—. Pero vos no le tenés que dar pelota, es obvio que lo hace para darte bronca a vos porque sos enojón y quiere eso para que discutamos— insistió, mirándome a los ojos.

—¿Cómo voy a no darle pelota, gorda?— cuestioné.— Es como si Celene se me insinuara todo el tiempo, sabiendo que estoy con vos...

—Tan alejado de la realidad no estás— me interrumpió, alzando sus cejas.

—Bueno, pero imaginate que sea, realmente, todo el tiempo— resté importancia a lo que dijo.—. Y como no quería tener más bardo cagando a piñas a alguien, dejé que los pibes se arreglen solos y justo lo agarraron a Santiago.

cicuta; trueno.Where stories live. Discover now