53. No sé si me quiere o me usa.

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Franccesca

—¿Cuánto te dio la 5?— preguntó Delfina.

Y para ser sincera, yo no había hecho casi ningún punto. Tenía la cabeza en cualquiera.

—Ey, Fran— insistió mi amiga, apenas codeándome.

—Eh...— murmuré, haciéndome la que veía el libro de contabilidad. Traté de hacer el cálculo en mi cabeza, pero fue imposible, me rendí por completo.—. No, no lo hice, perdón— admití, y mi amiga frunció el ceño.

—Amiga, no hiciste casi ninguno, y yo soy un queso para estas cosas— recordó, mirándome con el ceño fruncido.—. Estás re en una, ¿no?— consultó.

—¿Se nota mucho?— interrogó, ella asintió con lamento.

Bufé viendo a mi alrededor, casi todos los grupos formados en la materia estaban por terminar el trabajo y nosotras, por mi falta de concentración, no estábamos pudiendo ni completar más de tres ejercicios seguidos. Me sentía bastante culpable, pero no lo podía remediar.

—Recobrate, tranqui— dijo con calma.—. ¿Seguís enojada por lo de Mateo?— volvió a preguntar.

Ese seguís era porque ya habían pasado semanas de la última vez que hablé con él. Y no tomé dimensión del tiempo que pasó hasta hace poco, porque en una semana y días estaba por empezar la primavera. Las cosas con Mateo no habían mejorado para nada, y eso sólo me ponía de peor humor; el universo se estaba empeñando para mostrármelo en todos lados: en Instagram, en Twitter, hasta en la puta calle.

Justo hoy los del Nacional habían subido una historia diciendo que iban a hacer una joda por lista para recibir la primavera, y otra vez el punto de encuentro era la quinta de Mayra. Ese lugar me daba malos recuerdos siempre, no puedo rescatar un momento bueno. Hablando de Mateo, estaba imbancable en todos los sentidos de la palabra, vivía twitteando pelotudeces y hasta vi que había comenzado a interactuar con Kala, la de Bariloche. Ayer el morocho subió una foto y no tardé en ver el comentario de ella, cosa que me rompió mucho las pelotas.

—No sé si enojada— admití, tirando la lapicera encima de las hojas.—. Pero te juro que me da vergüenza ver todo lo que hace, porque ya no sé si es a propósito o sin pensar...

—¿Pensó alguna vez Mateo en su vida?— interrogó, interrumpiéndome.

—Yo pensé que lo hacía, ese es el problema— reconocí como respuesta.—. Me parece que le enojó más que vos me lo hayas dicho antes que él— remonté el tema-problema, pero mi amiga no adhirió a lo que dije.

—¿Vos pensás que te lo hubiese dicho?

—Hubiese tardado pero sí, es capaz de decírmelo— asentí.

—Chicos, les quedan diez minutos antes de entregar. Por favor, respuestas claras y concretas— informó el profesor, y yo volví a suspirar.

—Dejemos de hablar y resolvamos esto— pedí, volviendo a agarrar mi lapicera.

Intenté concentrarme en los ejercicios que me tocaban y Delfina los de ella, ya ni siquiera verificaba los resultados, sólo los ponía en la hoja de cálculo y ya está. Ayudé a Delfina con los ejercicios que no le salían y terminamos justas de tiempo, nos desplomamos en los bancos apenas nos volvimos a sentar; llegó la hora del recreo y nos envolvimos en puro abrigo, seguía sin creer que a pocos días de empezar la primavera, el clima siga así de inestable.

Nos sentamos en una parte del patio que sólo daba el sol como excusa de tomar sol, cuando en realidad queríamos calefaccionarnos un poco. Delfina quedó dormida contra la pared y yo quedé con el celular en la mano, viendo boludeces en Instagram hasta que me llegó una notificación en TikTok, diciendo que la cuenta del Nacional me había comenzado a seguir. Fruncí el ceño, es la primera vez que veo que una camada se hace un perfil de TikTok.

cicuta; trueno.Where stories live. Discover now