—Buen día, mi amor— saludó mamá una vez que me dejó un beso en la sien.
Yo le sonreí como respuesta y seguí batiéndome el café con fuerza, tenía que apurarme lo antes posible si no quería llegar tarde al colegio y papá me aniquile por él también llegar tarde al trabajo.
—¿Papá?— le pregunté a la mayor.
—Está terminando de afeitarse, dice que tiene que darle charla a los de quinto del mundo laboral— dijo, alzando los hombros.
—¿Sigue dando esas charlas? Qué paja— murmuré, ahora parándome contra la mesada así la podía mirar.
—Él dice que le gustan, qué se yo— informó, para después mirarme a los ojos.—. Qué raro vos levantándote tarde— reprochó bromista.
Últimamente, me venía levantando muy justa de tiempo.
Ella se retiró y yo terminé de hacerme el bendito café, también me agarré uno para llevarme al colegio, de esos que vienen en cartoncitos. No soy muy fan, pero mínimo me sacan un poco el sueño. Me iba bajando la taza de café mientras repasaba para un examen que tenía hoy a primera hora, ya había estudiado y repasado bastante, pero una hojeada más no me iba a hacer daño.
—Hija, ¿ya estás lista?— preguntó papá, apareciendo por el pasillo con su bolso encima.
—Bancame que me termino el café y vamos— pedí, casi que atragantándome con la tostada de lo rápido que comía.