21. Sustancia X.

1.1K 60 35
                                    

Mateo

Toqué la puerta de su habitación varias veces y, segundos después, mi amigo estaba abriéndola con su peor semblante.

Su cara se tensó, al igual que su mirada.

—Te dije que no quiero hablar con vos, Mateo...

—Ya sé, ya sé— interrumpí antes de que me putee.

A una semana de la joda, Lautaro no me volvió a hablar en toda la semana, sólo lo hizo para decirme las cagadas que me mandé. Pero nunca me dijo por qué él estaba enojado conmigo, y aunque Mayra lo sabía, no me lo quería decir. No me quedó otra opción que venir a su casa un domingo a las seis de la tarde. No podía esperar a que sea lunes para hablar en el colegio.

Fue una tortura no hablar con él en toda la semana, o que no me pase ni la hora. Sufrí casi igual que como sufrí con Franccesca.

—Pero vine a hablar, con la mejor— continué mirándolo a los ojos.

Era la única persona con la que me faltaba solucionar algún problema, mis viejos son un caso perdido.

—Yo no quiero hablar con vos— contestó, corriéndome la mirada para enfocarla en el piso.

Suspiré y terminé por entrar a la habitación sin permiso de hacerlo.

—Dale, amigo, no hace falta que estemos así— insistí sentándome en la silla de su escritorio. Lautaro, ya rendido, se sentó en su cama y ni siquiera me volvió a mirar. Es como una mina, literalmente.—. Si te soy re sincero, no me acuerdo mucho de lo que pasó como para que estés enojado conmigo, ¿'tá?— aclaré, apoyándome en mis piernas para estar más cómodo.—. Sé que me mandé un moco feo si estás así.

—Un moco horrendo— corrigió, ahora sí mirándome. Y aunque sea de mala manera, agradezco que lo haga.—. Me trataste de cagón por no coger con Ainara, cuando vos no parabas de apurarme— explicó y fruncí el ceño. Soy incapaz de decirle a mi amigo, que no la puso nunca, que es un cagón.—. Me ponías re nervioso, boludo, y encima desapareciste más de una hora para coger con Franccesca. Cuando te necesitaba, no estabas— indicó, volviendo a agachar la cabeza con la última oración dicha.

—¿Estás seguro que usé la palabra cagón?

—Sí, boludo, no me pelotudees— pidió chistando con bronca, yo alcé mis hombros como disculpa.

—Es que no me acuerdo de nada, Lau— repetí frustrado, y aunque mi amigo no me dijo nada, supe que me creía.—. Ni siquiera me acuerdo de que me hayas pedido que te ayude...

—No, o sea...— interrumpió.—. No te hablé para que me ayudes, pero vos me dijiste si necesitaba la habitación, que te la pida. Y Mayra no sabía dónde estaba, seguro cogiendo con el otro— suspiró, revolviendo todo su pelo. Que, para admitir, se le seguía viendo igual de fachero el platinado como el primer día.

—Pero yo te hice una banda de señas para que... lo hagas— dije luego de buscar las palabras correctas.—. Y no me digas que no estabas listo, porque eso ya no es no estar listo. Eso es achicarse— lo apunté con mi dedo índice, y después hice el típico gestito con la mano de miedito.

—Bueno, pero...

—No, Lau, cortala con los peros— contesté a su queja.—. ¿Qué pasó con Ainara?

cicuta; trueno.Where stories live. Discover now