33. Yo, yo y yo.

1.3K 61 28
                                    

Mateo

Cuando el agua ya estaba en su punto, la vertí en el termo y fui a sentarme a la mesa con mi vieja, quien me pidió que preparara mates para que le cuente el chisme completo. No se lo pude contar estos días porque estuve bastante ocupado hablando con medio mundo. 

Primero con Pedro, a quien le dejé bien en claro que las ganas de matarlo seguían intactas, tal como el día que me enteré por qué habían cortado con Mayra en su momento; luego hablé con Enzo, para que sepa que lo que él había hecho también estuvo mal, pero que intente solucionar sus problemas con Pedro así no estaba todo tan tenso el día del UVI. Por último, con Mayra, quien había estado faltando estos pocos días y con la que recién pude conversar hoy.

Con el primer mate cebado, le expliqué todo a mi vieja mientras ella me terminaba de arreglar algo de la ropa que iba a usar hoy a la noche.

Porque, justamente, hoy es el nombrado UVI. 

Luego de que terminé de contar todo, con el termo casi por la mitad, dejé que mi vieja hable.

—A veces me pregunto a quién saliste tan embrollero, Mateo— manifestó, mirándome a los ojos.

—No fue de embrollero...

—Ahora dejame hablar a mí, ya te escuché bastante y encima para mal— me interrumpió, haciendo que eche un suspiro quejoso.—. Ya te lo dije la primera vez que te estabas metiendo en bardo y no me escuchaste, sabés cómo es Mayra y sabés que no es un tema que se podía lanzar así como así— reconoció, devolviéndome el mate.

—¿Qué querías que haga, ma? Celene me quería cagar a mí y se la devolví...

—¿Lastimando a tu mejor amiga?— consultó, otra vez interrumpiéndome.

—Obviamente que si sabía que la cosa terminaba así, no lo hacía— avisé, pero no convencí a mi vieja de que no me cague a pedos.

—Sabiéndolo o no, estuviste horrible, vos y tu amigo— reprochó con mal tono.—. Espero que, por lo menos, le hayas pedido perdón.

—¿Y que se entere que sabíamos lo de Celene y Pedro? Ni loco— negué con mi cabeza, cebándome el último mate. Ya no me entraba más líquido.

—Cobarde y cínico— criticó.

—¡¿Yo cobarde?!— me señalé ofendido.

—Cuando tu profesor se enteró que vos te cargaste a uno del suda, le cortaste todo a Franccesca como un cobarde— recordó, y yo miré hacia otro lado. Que se me venga a la cabeza otra vez eso, me hacía querer arrancarme los órganos.—. Supongo que tampoco le pediste disculpas a ese pibe del suda, otra vez cobarde. Y ahora no querés dar la cara de tu propia cagada y por la cual tu amiga está pasándola mal, dejá de acobardarte.

La miré con enojo.

—No voy a aguantar una semana más que esté enojada conmigo, menos sabiendo que esto es más groso que lo anterior.

—¿Y qué vas a hacer si algún día Maximiliano descubre lo que tenés con su hija? ¿Te exiliás del país?— me jodió con ironía, pero yo no logré reírme.— ¿Sabés qué es lo más cobarde de todo? Que se lo mandaron por anónimo...

—No veíamos otra manera de decírselo— expliqué frustrado.

—Ustedes no eran responsables de decírselo, empecemos por ahí— acotó seria.—. Si Pedro o Celene no se querían hacer responsables de sus propias cagadas, dejalos. Mayra ya está bastante grande como para darse cuenta de con quién se tiene que juntar y quién le miente. Tarde o temprano, los trapitos salen al sol, pero lo hacen por cuenta propia. Sos un de Brito cualquiera, dejá de meter más bardo del que ya hay— exigió, y con lo último me sentí bastante idiota.

cicuta; trueno.Where stories live. Discover now