5. ¿Dónde depara la pasión?

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Mateo

[mpalacioss] ravonefran
bueno ya sabesss
[mpalacioss] ravonefran
no faltes hoy

A la par que leía ese mensaje yo me estaba terminando de cepillar los dientes. Hoy, supuestamente, íbamos a tener una charla con varios profesores sobre entrevistas laborales y todo lo que conlleva ese ámbito. Franccesca dijo que su papá le propuso ir también así podía escucharlo, metiendo la excusa de que iba a ser asistente del PowerPoint.

Sí, asistente en pasar diapositivas para una charla.

Me volví loco cuando me dijo eso a la noche, porque el colegio ni siquiera nos había avisado respecto a alguna charla. Se ve que era sorpresa. La verdadera sorpresa me la llevé yo.

Saludé a mi mamá y salí para el colegio casi corriendo porque estaba llegando tarde, en cinco minutos cerraban las puertas y yo estaba a cinco cuadras exactas. Llegué justísimo e hice lo posible para que mi preceptora no me vea y me cague a pedos, hace una semana empezó el colegio y yo al borde de cagarla.

—¿Qué te pasó, negro?— me preguntó Lautaro apenas me senté en el banco con Mayra.

—Me acosté como a las tres y me quedé dormido— informé recuperando el aire que dejé en esas cinco cuadras.

—Qué boludo— rió Mayra.—. Dormí, ahora tenemos con Maxi— me propuso mientras atrasaba su silla para que me pueda acostar sobre ella.

Es mi salvación en las mañanas.

Ni lo dudé y me acosté sobre su pecho, me puse la capucha de mi campera y cerré los ojos para dormir. Hoy tampoco le iba a prestar atención al profesor, que me la chupe.

—¿Cómo estás, hermosa?— le pregunté en voz baja con tal de que sólo ella me escuche.

—Mejor, gracias— me sonrió y después su cabeza se recostó sobre la mía para abrazarme. La amo más de lo que ella piensa.

Escuché que la puerta del aula se cerró y supe que había entrado el profesor. Todo el mundo se había callado.

O eso hasta que Mayra me empezó a mover el brazo para que me despierte. Abrí los ojos con paja y tenía al profesor en frente de nuestro banco, esperando que me despierte.

—Buenas noches, Mateo— me saludó con ironía.

Me senté como corresponde en el banco y miré para adelante con tal de esquivarlo, esperando que se vaya.

—La próxima traete un café o te lo tomás en dirección con el director, hay una buena cafetera— dijo para joderme a la par que volvía a su escritorio. Seguí sin responderle, no tenía ganas de discutir a las siete y media de la mañana.

—Tenés que empezar a caerle bien si querés que su reacción sea más alegría que disgusto— me aclaró Mayra en murmuro.

—Ya sé— respondí sacándome la capucha de encima.

Odio con todo mi corazón este colegio, esta gente, este país.

—Bueno, hoy les traigo una buena noticia— habló el profesor sentándose en su escritorio. De repente, todo el curso se despertó.— A las nueve y media van a tener una charla con varios profesores sobre el mercado laboral, y seguramente tengan un montón más en el año. Hay que empezar a prepararlos para lo que les espera afuera.

—Tampoco es mucho— acotó uno del fondo y todos se rieron.

—Va a venir Fran— les dije a mis amigos, ellos me miraron sin poder creerlo.—. No entendí muy bien lo que va a hacer, como asistente de los profesores en la presentación— continué a la vez que fruncía el ceño.—. Hacen falta más preceptores.

cicuta; trueno.Where stories live. Discover now