31. Besos en la guerra.

1K 62 44
                                    

Franccesca

—Lo veo y no lo creo— dijo Delfina, cruzada de brazos y mirando el semáforo del curso.

Sólo yo y un compañero más estábamos en el círculo rojo, algunos en el amarillo y todo el resto verde.

—Es como que no termino de caer que mi mejor amiga está casada— admitió, con una mano en el pecho. Yo reí.—. Pasó todo muy rápido...

—Para vos— corregí interrumpiéndola.—. Nos tratábamos como novios hace quinientos años, solo que ahora lo aclaramos— expliqué, volviéndome a sentar en mi banco.

—Cuánta paciencia se tuvieron, Franu— reconoció, robándole el banco a un compañero.—. Entre vos con tu viejo y el con su bardo con los del suda, están para hacerles una novela de amor adolescente— avisó, mirándome con obviedad.

Ignoré lo que dijo y me quedé mirando el semáforo nuevamente.

Yo tampoco lo puedo creer.

—¿Pasó algo más con Sandi?— me preguntó bajando su tono de voz.

El grupo de Santiago estaba charlando entre ellos en una esquina del aula, estábamos en hora libre. No soy de hablar mucho con Santiago en persona, somos más de WhatsApp, pero no quería hacer cosas que le molestaran a Mateo; a mí no me gustaría que haga lo mismo.

—No mucho— negué, mirándolo de reojo al cabeza del grupito. Él estaba concentrado en su charla, así que no se percató de que lo estaba mirando.—. Siento que Mateo vio los mensajes que me mandó ayer, no es casualidad que hayan subido una historia a su cuenta apenas salí de su casa— reconocí, volviendo a mirar a mi amiga.

—Es que igual es zarpado lo que te puso, amiga— insistió Delfina.—. No sé de dónde saca tanta confianza para preguntarte por la correa.

—¿Decís que si no me lo comía no insistía?— pregunté, ella alzó sus hombros.

—¿Cuántas veces te lo comiste?

—Una vez el año pasado, en una fiesta de egresados...— confesé, y Delfina lo recordó.—. Y en lo de Pachi del Nacional, no fueron muchas veces— yo también alcé los hombros.

—Vos te chapás a cada uno también, loca— chistó, haciéndome reír.

Probé muchas bocas como para acordarme a quiénes les di el gusto.

—Desde que empecé a hablarme con Mateo...— relaté mi defensa.—. Sólo me comí a cinco pibes, re bien para ser yo...

—Sos una trola de mierda— intervino Delfina y la miré mal.

—No éramos nada, en abril nos pusimos en algo.

—¿En un mes te comiste a cinco pibes aparte de él?— alzó las cejas.

—¿Qué tiene?— pregunté ofendida.

—Mirá, no me hagas hablar— pidió la castaña.

Bufé. Sabía que tenía fama de trola, pero no pensé que tanta.

Nuestras amigas se acercaron para hablar con nosotras sobre el UVI, al final se iba a terminar haciendo un boliche llamado Niceto, el cual estaba por Palermo. El Nacional se nos terminó sumando y acordamos que íbamos a usar uniformes como dress code, los cuales podían decorarse como queríamos. La cereza del postre es que iba a haber barra libre toda la noche.

O me muero, o me muero.

Los pibes también se sumaron a la conversación para aportar sus opiniones, Santiago aprovechó y se sentó en la mesada de mi banco.

cicuta; trueno.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang