Capítulo 4 "Deseo"

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Las risas inundaron el ambiente alrededor de aquel caballero. Su silueta no fue difícil de identificar, ya que como era su costumbre, portaba un impecable traje que gracias a su estatura podía lucir como una torre. Además, era el único atrevido que gozaba de desfilar un frac totalmente negro.

—¡Lord Van Garrett,  es usted todo un pillo! —soltó una mujer a carcajadas.

—Mi querida Lady Hamilton, estaré encantado de mostrarle mi repertorio antes de que muera de inanición por la falta de buenos chismes —respondió mientras dejaba lucir una sonrisa insinuante.

Tenía justo a seis mujeres rodeándolo, cuatro de ellas debutantes que con mirada embobada y gestos de imitación, no hicieron más que evidenciar lo fascinadas que estaban. El resto era de mujeres viudas que sin temor a ser seducidas podían estar en la compañía del caballero más arrogante, caprichoso y banal con el que ansiaban conversar la mayoría de los invitados.

—La fiesta reclama la presencia del duque, ¿alguien sabe algo? —preguntó una de las mujeres mayores: Lady Rebecca Hamilton.

—¿Quién necesita al duque cuando tenemos aquí a lord Van Garrett? 

—Por favor señorita, guarde la compostura —respondió él.

—No hay forma de que usted pase desapercibido, milord. 

Él hombre sonrió.

—¿Alguna de ustedes quiere oírme recitar poesía? 

—Usted no sabe recitar, mi lord.

—Oh, mi dulce dama. ¿Qué defecto tan ruin me atribuye sin antes darme la oportunidad de demostrar mi valor? Venga conmigo y le enseñaré el paraíso al que renunció el día que se fue con lord Hamilton  —dijo con astucia.

La más joven del grupo lanzó un suspiro que no pasó desapercibido para él.
 
—¿Quiere un momento de esparcimiento, señorita? —susurró.

El rostro de ella adquirió un tono rojizo, tan intenso, que sintió que se partiría del ardor. Era evidente que sabía el significado de aquella pregunta pero no pudo ni abrir la boca para contestarle.

—¡Lord Anthony Van Garrett, basta!

—No se ponga celosa, mi lady. También tengo para usted y mucho más que simple poesía.

Mientras la diversión se apoderaba de ellos, del otro lado del salón ya habían echo acto de presencia las hermanas Gray, que solo al avanzar por los pasillos, no tardaron en escucharse murmuraciones que dejaron a las claras la admiración que suscitó la belleza de Lucille por encima de la de Charlotte.

Con toda la elegancia que la caracterizaba, hizo gala de un vestido azul sin ningún detalle adicional más que los sencillos guantes blancos que resaltaron la luminosidad de su piel.  La armonía de su joyería en zafiros color lila, dejó al descubierto un cuello fino y tentador que incitaba a la imaginación. Y contrario a los peinados inmaculados que solía llevar la mayoría, sus mechones castaños lucieron sobre su rostro mientras el resto estaba adornado con flores. Se veía tan exquisita que parecía la musa del cuadro más costoso de una galería de arte.
Era su segunda temporada, todos los sabían, así como también se sabía que tal atuendo solo tenía un vago propósito: sería una barbaridad pasar desapercibida para el anfitrión de la fiesta.

Tan pronto llegaron al centro del salón, el mayordomo se acercó a Agatha.

—Mi lady, el duque solicita hablar con usted a solas antes de la presentación.

Ella accedió y empezó el recorrido por los pasillos. Admirar tan grande lugar despertó en ella el deseo de poder tener veinte años menos para ser desposada por un hombre que, según su descripción, pertenecía al reducido grupo de personas verdaderamente influyentes. Aún no podía creerse que todo eso sería muy habitual ahora que todas pasaran a ser familiares directas de un duque.

"Como sello sobre tu corazón" Where stories live. Discover now