Capítulo 53 "Mi familia"

352 21 1
                                    


La galería estaba iluminada. Era un sitio  bellamente decorado, con colores claros y pocos muebles para darle espacio a las personas de poder deambular sin estorbo alguno.

Lucille ya había restablecido su salud al igual que la felicidad en su corazón.
No podía dejar de sonreír con cada historia que Anthony le contaba sobre los retratos que mostraban a toda su familia en aquel pequeño salón. Cinco generaciones estaban concentradas ahí, siendo él la última.

—¿Tu padre, verdad?

Él asintió cuando ella señaló el retrato.

—Henry Van Garrett. El único hombre que he admirado en mi vida.

Ella se colgó de su brazo y se lo apretó en señal de apoyo. Anthony era a veces tan indiferente, que le sorprendió saber que existía una persona a la cual él le profesaba tanta reverencia.

—Cuando murió ya no tuve oportunidad de hacer lo que quería. Tenía un título a cuestas y todo se adelantó.

—¿A qué te refieres con hacer lo que querías?

—Mi madre amaba las acuarelas y me enseñó desde niño. Yo quería ir a estudiar arte a Gales pero después ya no fue posible.

Lucille lo miró con orgullo al darse cuenta del sentido de responsabilidad tan fuerte que poseía.

—Presiento que tienes más parecido con tu madre que con lord Van Garrett.  Y no solo porque tienes casi su rostro, sino porque creo que tu escasa sensibilidad viene de ella.

—El primer día que llegué al Parlamento fue asombroso darme cuenta de que era mi madre y no él, la que tenía más influencia.

—¿De verdad?

—Ya se sabía quién era Henry Van Garrett, pero cuando trajo a mi madre a Londres, la condesa se ganó una reputación impecable. Tenía un don, todo mundo la amaba.

Lucille se sintió ensimismada.

—¿Por qué nunca oí decir nada sobre ella?

—Era la única forma en la que está sociedad respetaría mi duelo. Yo demostré que no hablaría de ella y desde entonces nadie que me conozca lo ha hecho.

—¿Por qué lo hiciste?

—Porque ella era tan bondadosa, que me avergonzaba el hecho de que todos pudieran lamentar el hijo tan disoluto que resulté.

Lo que ocurrió a continuación dejó a Lucille totalmente desarmada. Ver lágrimas en el rostro de él fue un suceso inesperado que le reveló el calibre de su sufrimiento.
Fueron tan distintas a las que había visto antes, que se contagió de aquel dolor y de manera automática se lanzó sobre él y lo rodeó con sus brazos , tan fuerte, que él sintió que podía unir cada pedazo roto de su corazón con sus manos.

—Ella te amaba, igual que yo te amo a ti —le dijo al oído. 

Anthony se separó un poco y la miró.
Nunca antes había podido sentir el efecto calmante que ahora las palabras de Lucille le ofrecían.
Ella era la sanación a una herida que no había podido superar solo, era todo lo que él había buscado desde la muerte de su madre.
Representaba la calidez, la pasión, la comprensión y la libertad que había perdido. Ahora ella lo mantenía ahí, ligado a su corazón con un sentimiento más poderoso que no creyó que pudiera existir.

—Gracias.

Lo miró fijo y esta vez fue ella la que de manera impulsiva lo atrajo a su rostro y colocó sus labios sobre los suyos envolviendo cada parte de su boca en una danza suave.
Para Anthony, la llegada de la redención fue como entrar al paraíso. El lugar al que por fin podía acceder sin ningún temor. Era despertar en un sitio distinto y observar la luz desde una ventana. Era sujetarse a la mano fuerte de una mujer a la que estaba más que dispuesto a cubrir también todo lo que le pidiera.

"Como sello sobre tu corazón" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora