Capítulo 22 "Los sueños de un caballero"

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Conforme avanzaron los días, Anthony vio caer sobre sí mismo el peso de las palabras que una vez le había dicho su madre: estaba quedándose solo. Toda la pasión de la que se rodeaba era incapaz de sustituir el amor que le faltaba a su vida, y tan solo pensarlo le producía agonía.
El amor era demasiado complicado para hacerlo parte de sí mismo, y eso solo quería decir que la mujer con la que tendría su legado debía cumplir con el requisito de ser lo bastante tolerable para la convivencia diaria, y que por supuesto le atrajera lo suficiente como para querer llevársela a la cama. Pero no debía amarla, no hasta el punto de volverlo un estúpido. Y esa mujer no podía ser Lucille.

Era tan complicado encontrar un ejemplar así. Había conocido a muchas mujeres como para perder la capacidad de asombro hasta que topó de frente con ella.
Lucille Gray era capaz de hacer que se cuestionara todo lo que no había tenido que enfrentar.
Nunca había podido olvidar incluso la primera vez que la había visto. Y no, no había sucedido en aquel jardín de la residencia del duque.

¡Toc, Toc!

Anthony se sacudió ante el ruido y entonces abrió la puerta para dejar entrar a el ama de llaves. Había recibido la orden de llevar la comida hasta la habitación.

—Gracias, Margaret.

Ella hizo una reverencia y antes de salir, Anthony renegó por algo que venía en la bandeja. Arrojó los trozos de pan, se limpió en una de las servilletas y luego se sentó.

—¿Todo en orden?

—Especifiqué que no deseaba pan de mantequilla. Y fue justo eso lo que me trajeron.

—Le retiraré lo que le abruma tanto —se acercó a la bandeja —. Permítame.

—Déjalo, Maggie. No es tu culpa —dijo en tono más suave y apartándole el brazo de la mesa.

—¿Está seguro de que ha sido la comida el motivo de su enojo? ¿O tendrá algo que ver la visita que le hizo hace días la señorita Lucille Gray?

Anthony se sentó, se cruzó de piernas y con una mirada indiferente observó a su ama de llaves.

—¿Cómo es que te enteras de todo?

—Es mi trabajo —repuso con una sonrisa —. Además de que yo fui la que respondió por usted.

—Que extraño, no recuerdo que mi padre te contratara para saber todos los detalles de mi vida y así tuvieras el pretexto adecuado para entrometerte —respondió desafiante.

La mujer continúo con una sonrisa en el rostro. Se paró con sus manos y pies juntos y luego lanzó un suspiro.

—No lo hizo. Pero estoy segura de que lo habría deseado.

Anthony se relajó ante la audacia de su sirvienta. A diferencia de la mayoría, para ella era inevitable ver al conde Van Garrett como un hombre luego de haberlo visto crecer y correr por toda esa casa cuando era un niño.

—Eres especial, Margaret. Siempre lo serás.

—¿Me va dejar con la duda? No es sano para mi desgastado cuerpo llevarme la intriga de su encuentro con esa señorita.

Él no respondió a aquello. Se limitó a ponerse de pie y a servir él mismo el té que tanto le gustaba.

—¿Cómo se siente estar enamorado? —preguntó de repente.

—Me sorprende que alguien como usted pregunte eso.

—Sé lo que se siente desear a una mujer, pero no creo que eso sea todo lo que hay. Ningún deseo que haya sentido antes me ha impulsado a tomar una decisión —explicó.

"Como sello sobre tu corazón" Where stories live. Discover now