Capítulo 31 "Sea mía"

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Lady Brigton estaba convencida de lo que habían contemplado sus ojos. Lo siguiente que debía hacer era lograr que Arthur y Charlotte se confesaran sus sentimientos. Pero era tan difícil pensar en algo espontáneo que no los pusiera a la defensiva, que durante varios minutos de la mañana se la pasó reflexionando en todas las posibles respuestas negativas.

Tenían todo en contra: los miedos de Arthur, los prejuicios de Charlotte, el compromiso con Lucille y sobretodo la presión social. No había querido decir nada, pero desde su encuentro con Anne se había enterado de que toda la ciudad ya era consciente de que lord James estaba a punto de casarse con la hija menor de la familia Gray.  Su boda era un evento esperado. Ya llegados a ese punto, inmiscuirse en las decisiones de Arthur no lo consideraba inadecuado sino un deber.

Segura de sí misma con respecto a sus conjeturas, esa mañana sugirió un paseo a caballo entre ellos a solas.
Estos se negaron en un principio alegando que el clima no era adecuado, pero la anciana insistió tanto, que ambos terminaron cediendo.

En realidad sí que lo deseaban, pero en el fondo de su mente y de su corazón sabían que si pasaban más tiempo juntos, llegaría el momento en el que separarse sería doloroso. Así que sin decirse nada, tanto Arthur como Charlotte tomaron el paseo como una especie de despedida. Después de eso ya no podrían volver a salir de esa forma y menos sintiéndose tan cerca la futura boda.

—¿En qué momento aceptamos este paseo? El clima está muy frio —se quejó de repente Charlotte una vez que ya llevaban buen tramo avanzado.

Arthur sonrió.

—Creí que le gustaba estar al aire libre.

—Si, cuando hay un sol brillante y fuerte que no me impide moverme. Y no finja, sé que a usted tampoco le gusta venir a está hora —señaló.

—¿Cómo es que se da cuenta de esas cosas? —dijo sorprendido.

—Llevamos mucho tiempo conviviendo y sé que su momento favorito para salir es en las tardes, no en las mañanas.

—Tendré que cuidarme de su invaluable talento para olfatear hasta mis secretos.

—Dudo que los tenga, mi lord. Es usted como un libro abierto.

Él carraspeó pero no dijo nada.
Luego de avanzar un tramo estrecho, Charlotte se bajó del caballo y la facilidad con que lo hizo lo dejó boquiabierto.

—Lo hace usted muy bien.

—Mi padre me enseñó desde los seis años.

Mientras ella acariciaba su caballo, Arthur decidió que aquel era el momento ideal para formular la pregunta que tenía semanas rondando en sus pensamientos. Él tenía secretos, pero había uno que la involucraba a ella y quería saberlo.

—Considerando el tema anterior de conversación señorita, quisiera hacerle una pregunta un tanto invasiva.

Charlotte asintió.

—¿Cómo fue que el conde la sedujo?

Aquello la puso en aprietos. Estaba intentando formular una respuesta mental, pero ante la demora, él hizo una expresión de disculpa en su rostro.

—No, no tiene que responder. Disculpe.

—¿Por qué le interesa?

—No parece ser el tipo de mujer que el conde está acostumbrado a buscar —confesó.

Ella abrió demás sus ojos en una señal clara de molestia. Aquella idea, estaba segura, ya la pensaba todo mundo y nunca le había causado tanta irritación como en ese momento.

"Como sello sobre tu corazón" Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt