Capítulo 19 "Charlotte, la primavera"

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Charlotte dejó de oír peticiones al pie de su puerta una mañana al inicio de la semana. Por fin se habían hartado de rogarle y era momento de salir.
Se sorprendió tanto de que ni su excelencia ni Lady Brigton estuvieran en la residencia, que se cuestionó si tal vez había sido algo exagerada con el encierro al que se sometió durante tantos días.

—Lady Brigton está en casa de la señora Thompson, la cocinera. Se enfermó de gravedad y hemos tenido problemas con el personal. Lord James acostumbra a salir todas las mañanas —le explicaron.

«Ideal » pensó.

Era momento para salir de la casa y conocer esos bellos jardines que había admirado desde la ventana de su habitación. Después de todo, estaba segura de que su estancia ahí se prolongaría hasta que su hermana se casara y al menos debía buscar alguna distracción o pasatiempo.  El aire estaba cálido y su entusiasmo se incrementó al correr por entre los pasillos de flores. Había tantos colores que sintió que se estaba adentrando en un arcoíris, elevando su cuerpo hasta el cielo con solo una mirada.
      
—Su excelencia, buenos días —saludó una mujer.

Ella sonrió.

—No, yo no soy su excelencia —corrigió en tono divertido.

Por dios, esa mañana ni siquiera había echo el esfuerzo de peinarse y su cabellera ondulada se movía de un lado a otro solo adornada por un listón lila que resaltaba sobre el vestido rosa que portaba. Era una broma de mal gusto confundirla con una duquesa. Pero aún así, se divirtió.

—¿No es usted la esposa de lord James? —preguntó avergonzada la muchacha. 

Charlotte negó con la cabeza.

—Discúlpeme, todos saben que el duque está comprometido y cuando vi que una mujer joven y bonita como usted estaba aquí, solo lo pensé —explicó.

—Mi hermana es la que está comprometida con él. Yo solo vine de visita.

—¿No había salido, verdad?

—No, es que el campo no me favorece mucho y estuve enferma —mintió.

—Quisiera seguir conversando, señorita, pero debo arreglar el despacho principal porque a lord James le gusta tener fresco su lugar de trabajo —dijo mientras luchaba por seguir cargando dos canastas repletas de flores.

Charlotte lo notó y un poco avergonzada se ofreció a ayudarle. La mujer aceptó pero no pudo disimular el asombro que le causó tener la compañía de una señorita como aquella. En especial porque nadie más tenía la costumbre de revisar el trabajo de los sirvientes.
Arthur se limitaba a ordenar que colocaran flores pero rara vez ponía alguna objeción o queja.

Gracias a la ayuda, pronto ambas mujeres  llegaron hasta el despacho principal.
Si bien el lugar ya había sido aseado, aún guardaba una especie de aroma a humedad que solo hacía sentir viejas todas las cosas. 
Aunque poseía un ventanal que abarcaba casi una pared, tenía unas cortinas oscuras con una tela tan pesada, que Charlotte se preguntó qué clase de persona cubriría tan hermosa vista a los jardines con eso. Los muebles por otro lado, le parecieron tan grandes que la habitación se sintió más pequeña, como si en cualquier momento los cuadros de las paredes fueran a caer sobre su cabeza.

—Listo.

La sirvienta acomodó un ramo de flores en el escritorio y dio por terminado.

—¿Sólo hará eso?

—Es la única indicación que tengo, señorita —justificó.

—¿Y para que trajo tantas flores?

—Son para el resto de la casa.

"Como sello sobre tu corazón" Where stories live. Discover now