Capítulo 42 "Los frutos de la primavera"

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Las lilas ya estaban más que abiertas. Era normal que en esa época del año florecieran con tanto encanto y Lottie amaba ver brotar botones en primavera. En especial ahora que Lady Brigton le había obsequiado un invernadero, donde se mantenía bastante ocupada todos los días.

Justo aquella mañana ya tenía listas varias canastas con las mejores flores para su habitación. Había estado pasando el tiempo cortando algunas de ellas, preparando abono y algunas especias y plantas aromáticas para la cocina. Ya estaba por salir, cuando a la entrada del jardín vio a Lady Brigton curioseando entre los tulipanes.

—Veo que has sabido aprovechar este recurso —dijo maravillada.

—Y se lo agradezco mucho, me da paz estar en un sitio como este.

—No te sientas tan cómoda. Estoy esperando una gratificación de tu parte —advirtió.

—¿A qué se refiere? —preguntó inquieta.

Lady Brigton jamás había intentado sacar provecho de las cosas que le regalaba, por lo que su tono de voz la desconcertó.

—Es algo sencillo. Solo quiero que decores el salón para la reunión que tendremos en honor a la presentación del libro de tu hermana —dijo con una sonrisa.

—¿Y por qué yo? Existen personas que se dedican a eso y pueden darle un mejor servicio, mi lady.

—¿No tengo derecho a pedirte un favor después de todo lo que se ha efectuado para favorecerte?

Lottie miró a Lady Brigton y se mantuvo firme.

—Yo no sé hacer lo que me pide. De verdad, no quiero avergonzarla.

—No me mientas, niña. La residencia de lord James terminó siendo decorada por ti, y la verdad es que cobró vida con tu tan enorme y atrevida imaginación.

—Pero esa era una casa de campo. Son sencillas y se pueden adornar con unas cuantas flores.

—Quiero que lo hagas. No voy a discutir más.

Lottie suspiró y entonces aceptó consentir su deseo. Era más fatigoso discutir con ella, que darle una satisfacción.

—¿Tiene algún concepto? ¿Algo con lo que pueda trabajar?

—Piensa en tu hermana.

Se quedó un momento en silencio y después alzó la vista para tratar de encontrar una flor delicada que representara la elegancia que tenía Lucille para recitar. Debía hacerla ver más espléndida de lo que ya era.

—Tendrás a toda la servidumbre a tu disposición, los jardines son tuyos, la cocina también, haz un menú y yo me encargaré de los invitados. Que no serán cualquier cosa.

—¿Qué clase de invitados?

—La familia de mi esposo pertenece a la corte real, además de que le daremos la bienvenida a mi hijo menor. Así que confío en ti.

Lottie asintió resignada.
«¿La realeza? » pensó.

¿Por qué querría Lady Brigton ponerla a ella bajo esa tarea? Era demasiada presión. Aunque después de unos segundos, calmó su preocupación al pensar en Lucille.

Luego de meses de lágrimas y encierros, por fin había logrado salir de su tristeza. Ya habían pasado ocho meses desde que vivían sin Lady Gray y su hermana estaba a punto de publicar un libro de poesías que bajo los recursos y las influencias de Lady Brigton, ahora pondría a disposición de los más altos estudiosos de la nobleza y la literatura. Al parecer era más la presión de ella, que su sencillo encargo de decorar un salón y preparar un menú para los invitados.

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