Capítulo 29 "La huida"

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Uno, dos, tres… las punzadas llegaron a su cabeza con un ritmo cada vez más rápido y doloroso. En alguna ocasión escuchó decir que la madrugada era más oscura cuando estaba cerca su amanecer, y en ese momento rogó que fuera así porque sabía que no iba a aguantar más tiempo en su cabalgar. Elevó su vista y el cielo sin estrellas que cubría su pequeño cuerpo, le anunció que dejaría caer sobre ella la primera tormenta a campo abierto.
Solitaria, fría, avanzada y ahora húmeda… parecía que la noche estaba en su contra.

Todo el ímpetu con el que había salido de casa, ahora estaba desvaneciéndose ante lo que tenía frente a sus ojos. Un vértigo repentino hizo que su vista se nublara, obligándola a bajar del caballo para resguardarse debajo de las pequeñas ramas de un arbusto.
Se enroscó hasta que logró calentar su cuerpo con su propio aliento y después de casi un cuarto de hora, se soltó a llorar.

«¿Qué voy hacer? » se preguntó.

Su padre, Agatha, Lottie, Anne, Lady Brigton, el propio Arthur e incluso Anthony. De todos ellos había tenido que depender en algún momento de su vida y, para aumentar su desgracia, se dió cuenta de que no sabía realmente nada que pudiera servirle para valerse por sí misma y llegar a un sitio seguro.
Por un momento deseo haber sido otra persona. Alguien con menos complicaciones que pudiera decidir lo que quisiera. No haber sido la hija de un hombre tan avaro y perverso, no haber sido criada por una madrastra tan egoísta y sin escrúpulos. No haber nacido. No haberse enamorado, no haber huido.

La soledad no pudo sentirse más abrumadora que en ese momento.  Los latidos de su corazón empezaron a escucharse cada vez más fuertes, como si un sonido metálico con su gran estruendo, golpeara el suelo de una habitación vacía.

Estaba segura de que nadie iría a buscarla. A nadie le importaba que una mujer como ella desapareciera. Su existencia no era más que una carga pesada para todos.
Lejos de aquellos salones donde al principio todos le rindieron homenaje, aquello a lo que le había atribuido su propio valor ya no tenía sentido. Las sonrisas, la plática efímera y los modales aprendidos no eran lo que ahora necesitaba.
Todo era una falsedad. Su apariencia elaborada no era más que una fantasía de todo aquello que la alejaba de su verdadero origen.
En realidad no pertenecía a ningún sitio. No había un solo lugar donde pudiera sentirse resguardada.
Su llanto ya se había perdido entre las gotas de la lluvia y lo mejor que hizo en ese instante para no sentir tanto dolor, fue rendirse ante el cansancio y la pesadez a raíz de los últimos acontecimientos.

Cerca del amanecer sus ojos pestañearon un poco al sentir la luz del sol sobre ella, pero aunque fue consciente de que ya era otro día, no fue capaz de mover un solo músculo. Su cuerpo estaba entumecido y el frío había echo su efecto más denso en esa hora de la mañana. Intentó abrir sus labios para pedir ayuda pero estaban agrietados, y al tratar de pronunciar un sonido empezó a sangrar. Un escalofrío la recorrió y, antes de quedar inconsciente, logró darse cuenta de que su caballo había desaparecido.
  
Ahora estaba tirada y sin nada a su alrededor que pudiera auxiliarla. No fue hasta cerca del medio día que su ausencia se notó en la casa gracias a que Agatha entró a su habitación para obligarla a salir. Su sorpresa fue mayor al percatarse de que faltaba ropa y un caballo.

—Mi lady, nadie la vio —aseguró un sirviente.

—¿Ya buscaron en toda la propiedad?

—Si, pero no hay rastro de ella.

—Tráeme algo para enviar una nota, ¡Ya!

El sirviente salió y al cabo de minutos volvió con lo solicitado para que Agatha pudiera hacer su encargo.

—Ve a la propiedad del conde Van Garrett y entrega esto. Te quedarás ahí hasta que responda y luego ya veremos qué más hacer.

Para cuando la nota llegó a su destino, Anthony se negó a dar una respuesta.

"Como sello sobre tu corazón" Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang