"Como sello sobre tu corazón"

Capítulo 11 "Una solterona"

"Estimada señorita Lucille,  he decidido aplazar la fecha de nuestra boda hasta dentro de seis meses. Estoy fuera de Londres en una propiedad de Derbyshire. Le ruego entienda mi decisión y mis responsabilidades.
         Arthur. "

Lucille arrojó la hoja por un lado, pensando en lo difícil que sería para ella estar sola por seis meses sin los cortejos de Arthur. Ahora que Anthony le había expuesto de manera descarada que buscaba seducirla, empezó a temerle. Y ya que su prometido tenía casi un mes desaparecido de la ciudad, sabía que no había manera de negarse a su petición.

Cerca del medio día, todos los pensamientos negativos que había luchado por reprimir, salieron a flote al leer la atrevida nota que llegó a su casa junto con un obsequio.

"Excelente noche en su compañía. Gracias por haber aceptado la invitación.  Fue un placer haberla visto, señorita Charlotte Gray.
Anthony. "

Al terminar de leer sintió un escalofrío por todo el cuerpo. Rompió la nota en pedazos y arrojó por la ventana el anillo de rubíes que había visto en el dedo meñique del conde la noche anterior. Al parecer era para su hermana.

« ¿Cómo puede atreverse a tanto? » pensó. 

Era un hombre ruin al que poco le importaba mostrarse como un villano. Y aunque con sus pensamientos lo condenaba, también era sobrecogedor darse cuenta de que en su interior se habían marcado esas últimas palabras que le escuchó decir en el jardín.

«Debería castigarla por mirar a donde no debe».

Tuvo que girar su cabeza varias veces para sacarse las dudas y pasar a concentrarse en sus otras inquietudes. Así que sin nada ya que hacer en ese lugar, salió más tranquila con un único pensamiento en su cabeza: no iba permitir que su futuro ni el de su hermana se viera mancillado.

Durante los siguientes días no se presentó ninguna novedad después de aquel suceso, hasta que la visita inesperada de Lady Brigton agitó toda la residencia. Nunca hubieran esperado ver ahí a una persona de su rango, además del duque. Pero casi como si fuera a entrar su majestad, Agatha movilizó al servicio para que todos se volcaran hacia ella y le entregaran la más aburrida y solemne ceremonia de recibimiento.

Su gran decepción vino cuando Lady Brigton le agradeció sus atenciones y pasó a solicitar una audiencia con Charlotte. Era casi una ofensa que la marquesa prefiriera la compañía de una señorita que gustaba de andar con las ropas sucias, debido a sus trabajos de jardinería, que con ella; que podía ofrecerle mejores conversaciones e incluso una larga lista de descriptivos halagos. Pero no tuvo más opción que ceder a su petición.

Al salir en su búsqueda, su mirada se cayó al suelo cuando encontró a Charlotte en el vestíbulo principal sujetando un canasto que probaba su estancia en el lodo de algún jardín. Por supuesto que no iba a permitir que Lady Brigton la viera en aquellas fachas de criada, pero no tuvo tiempo de mandarla a asear debido a que la marquesa salió por los pasillos al oír unos quejidos extraños.

—¡Charlotte!

Ella se sobresaltó al oír el grito de Agatha. Cuando estuvo más cerca, está se esmeró por limpiarle el rostro rápidamente y lanzando miradas irritadas, se giró hacia Lady Brigton y le sonrió forzosa mientras empujaba a Charlotte por la espalda.

Una vez solas, la anciana no pudo evitar cerrar los ojos en un gesto de repulsión, al ver cómo esta arruinaba su bonito vestido al tomar la tela para frotarse las manos. Lo mejor sería que llevara alguna especie de delantal o una criada, pero luego de observarla más tiempo, se sonrió al notar que era como una chiquilla. Y aunque cuando se vestía de gala se veía preciosa a su parecer, gracias a lo esbelto de su cuerpo,  era sabido por todos que no lograba atraer buenas propuestas.  Había algo en sus ojos marrones que seguía siendo muy juguetón y Lady Brigton estaba segura de que era eso lo que impedía a cierto grado que los caballeros no la tomaran en serio. Podían quizá tolerar su plática, pero sería muy extraño pensar que pudiera generar deseo o pasión en un hombre.