Capítulo 13 "Lo que no debió ser"

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El baile en Rosemund Hall era comentado por la sociedad londinense como lo más esperado para el cierre de bailes en la ciudad.
Se trataba de la casa de campo de Anthony Van Garrett, la digna morada de un rey.
Un palacio cubierto de esculturas, jardines y sobretodo, envuelto en el linaje de una familia que había comenzado con el matrimonio de Henry y Rose.
Su historia era adorada por todos, en especial gracias a la cercanía que ambos habían desempeñado en sus dos mundos: tanto en la nobleza como en el ámbito cálido y sobreprotector de su hogar.

Anthony estaba orgulloso de sus padres y cada muro de esa casa era un homenaje a su recuerdo. Cualquier persona que pisaba el interior salía con la sensación de haber estado en algún museo. Tenía seis galerías, cuatro bibliotecas, más de veinte habitaciones y cinco salones de baile.
Para el evento se iba a utilizar el más grande de todos, y los cerca de doscientos sirvientes, estaban atareados en la decoración, los menús, la preparación de los espectáculos y la repartición de invitaciones.

—¡Por Dios! Ese hombre debe estar interesado en alguna de ustedes —expresó Agatha al leer la invitación.

La siguiente escena fue confusa tanto para Lucille como para Charlotte.
Su madrastra se deshizo en quejas que exponían lo terrible que era ser invitadas a un evento como ese sin tener fondos para atuendos llamativos. Era una celebración de máscaras y el hecho de que el conde las tuviera en cuenta elevaba muy por encima de sus posibilidades su presencia. Debían destacar, no le cabía duda. Pero estaban a semanas del término de la temporada y para ese tiempo Agatha ya contaba con que Lucille estuviera casada.

Aunque ninguna estuvo a favor o en contra de la asistencia al evento, las dos sabían que lo mejor era no presentarse.

—Así las vista con los vestidos viejos del ático, iremos a esa fiesta. No voy a desperdiciar la oportunidad de que nos vean como invitadas de un hombre como él.

—¿Le agrada? —preguntó Lucille.

—Es un hombre gallardo y rico. Cualquier defecto posterior se le perdona.

Seguido de eso, salió por los pasillos.
Lucille se quedó callada durante unos segundos para asegurarse de que no volviera por la puerta justificando que había olvidado algo, cuando en realidad lo hacía para distraer y así enterarse de asuntos que entre hermanas solían contarse sin su presencia.

—Lottie, lord Van Garrett sabe que estoy comprometida.

Charlotte se inclinó hacia ella y recorrió con la mirada el salón.

—¿Cómo lo supo?

—Dice que el mismo duque se lo comentó.

—¿Y eso afectará?

—¡Date cuenta! —exclamó molesta y poniéndose de pie —. Si a mí no me puede cortejar, lo hará contigo.

Charlotte volvió a reír.

—¿De nuevo con esa idea? Ya basta, después de oírme tocar el clarinete toda intención se habrá esfumado —bromeó entre risas.

Lucille no pudo evitar sonreír a pesar del enojo.

—Eres muy mala. Ya deberías dejarlo —aconsejó.

—Tranquila. Nadie correrá peligro en esa fiesta.

Como ya era su costumbre, Lucille se la pasó enfurruñada esos días hasta que la fecha se llegó.
No deseaba ver a Anthony. Desde la última vez que lo había tenido frente a ella, solo un pensamiento rondaba su cabeza: la eterna fantasía de ser consumida por la fuerza de sus brazos. Era algo impropio e incluso castigable, pero no había manera de doblegar su mente con los pensamientos que le venían cada segundo y que le recordaban lo que era tenerlo cerca.
Por un lado estaba la virtud, el honor y el pudor que una dama debía demostrar. Pero la otra cara de la moneda revelaba un aspecto que incluía sentimientos apasionados que vivían en lo más profundo. Todo su cuerpo sentía estremecerse solo con mirarlo.

"Como sello sobre tu corazón" Where stories live. Discover now