Lady Lizbeth.

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Simón estaba sentado en una pequeña silla rosada, sus largas piernas estiradas debajo de la igual de diminuta mesa de té de su hija.
La mesa, las sillas, el juego de té y los disfraces habían sido regalos de Magnus y Alec, lo que explicaba el porque cada uno de estos objetos estaba cubierto por una fina y resplandeciente capa de purpurina dorada.
A su lado, en la silla contigua, se encontraba su hijo mayor, Gideon.
Tenía el ceño fruncido, lo que le daba un aspecto especialmente cómico, teniendo en cuenta el sombrero lila con plumas que llevaba en la cabeza.
Cuando su pequeña hija apareció en escena, con sus brazos cargados de pastelitos recién horneados por su madre, tanto padre como hijo fingieron enormes sonrisas.
Elizabeth, luego de dejar los pasteles en un platillo, tomó asiento, y se encargó de acomodar su larga cabellera castaña hacia un lado, cuidando que no se enredara con la gran corona plateada que llevaba puesta.
-¿Y mamá?-Preguntó Simon, rogando que su esposa se sumará al juego y alejara las manos de la cocina.
-Esta preparando más aperitivos, mi querido Rey-comentó la niña con voz cantarina.
Gideon rodó los ojos y le hizo algunas señas a su padre, que este interpretó como un aviso de que se le estaba cayendo su propia corona. Se apresuró a acomodarla.
Luego de eso, el niño carraspeó.
-¿Qué haremos, Lizz?
-Soy la Reina, debes dirigirte a mí con respeto-contestó con voz firme, sin dirigirle ni una mirada, mientras llenaba una taza con té invisible.
-¿Y si jugamos a otra cosa, Queridísima Reina?
Lizz detuvo su mano a medio trayecto de dejar la taza frente a su padre.
-¿Usted se aburre Rey?-Había cierta amenaza en la pregunta de su hija, y a Simon se le hincho el corazón.
Le encantaba lo dulce y dura que podía ser al mismo tiempo, tal y como su esposa.
-Oh, mi señora, pero si yo disfruto plenamente de pasar mi tiempo con usted-Dirigió sus ojos castaños hacia su hijo con una mirada de disculpas, el cual se limitó a suspirar, y entonces tomó la taza de té-. ¿Qué tenía planeado para esta bella velada, Lady Lizbeth?
La niña lo miro entusiasmada, y aliso con ambas manos el largo vestido bordo que llevaba puesto.
-Oh, la hora del baila ha de comenzar en cualquier momento, ya sabe...
Simon se mordió el labio e intentó pensar en algo que le quitará las ganas de reír a rienda suelta.
-¿Me permite esta pieza?-preguntó, ofreciéndole una de sus manos, para que juntos bailaran la balada imaginaria que sonaba en el aire.
Pasaron algunos minutos danzando juntos por el salón, hasta que Lizzy se detuvo enfadada y señaló a su hermano.
-¡Gideon!
-¿Qué sucede?-preguntó el niño distraído, que había estado a punto de quedarse dormido allí mismo.
-¡Debías interrumpirnos! ¡Siempre hay un celoso caballero que quiere bailar con la bella Reina!
-Pero yo no quiero bailar...-Murmuró perplejo.
Simon sintió pena por su pequeño hijo, se lo veía tan distraído y aburrido, pero aun así amaba a su hermana y había intentado participar del juego por ella. Claro que eso no incluía que entendiera sus excentricidades.
-¿Y si miramos una película?-dijo finalmente, a modo de intervención.
-¿La guerra de las galaxias?-grito el pequeño ojiazul.
-¿Esa no es la película de la que el tío Magnus habla? ¿La que despertó el "amor nerd" entre tú y mamá?-preguntó la niña.
-Es una película mundana, y es muy importante para mí. Forma parte de la historia de nuestra familia... ¿Quieren verla?
-Claro que si-contesto Elizabeth y desapareció saltando, seguramente yendo en busca de su mamá para sumarla al grupo.
Al menos todos compartían ciertos gustos en común.

Después de nosotros (Malec, Sissy, Clace).Where stories live. Discover now