Pequeñas historias, ubicadas después de Ciudad del fuego celestial.
¡Conoce a los hijos de Malec, Clace y Sissy!
Cinco primos que se aman y disfrutan de pequeñas aventuras juntos (a costa de la cordura de sus padres), sin recuerdos de lo que un día...
Hubo dos ganadoras, porque me pareció que las respuestas de ambas eran muy completas y habían captado la esencia que yo intente mostrar del personaje que eligió cada una.
Hoy el capítulo esta dedicado a: @Elizabethtwi, y el próximo a @xmehupleasebequietx.
Max.
¿Una escalera? Si, era eso. Una enorme escalera había tomado forma ante sus ojos. Ya no existía el lago, ya no estaban sus primos, era la nada misma y la escalera frente así.
Avanzó hacía esta, pero el suelo cedió, y comenzó a caer. Oscuridad, oscuridad tragándolo.
"Es una pesadilla, un glamour disfrazado de pesadilla" se dijo, cerrando los ojos a la vez que caía.
No hubo impacto, pero su cuerpo se detuvo.
Abrió los ojos.
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— ¡Elizabeth! ¿Podrías dejar de correr? ¡Maldición!
— ¿Por qué eres tan temeroso, Max?— exclamó su prima adentrándose en el callejón.
— ¿Será por qué mis padres han estado a punto de morir más de una vez por su estúpida valentía?
—¿Murieron? ¡No! Comienza a vivir.
— Si Gideon se entera...
— No le dirás a mi hermano. Eres mi parabatai, ¿Lo recuerdas? A demás, esta muy entretenido con Celine, no deberíamos molestarlo.
Ignoró las palabras de su prima sobre Gideon y Celine porque ya estaba demasiado acostumbrado a sus tontas insinuaciones.
—Vale, ¿Qué estamos buscando?
—Detecte energía demoníaca cerca de aquí.
— Si llegó a contraer la viruela por tu culpa...— comenzó a amenazarla.
— Ya cállate— replicó Liz, pateando botes de basura a la vez que observaba el lugar.
— ¿Es solo por los demonios o te sucede algo?— inquirió el menor.
— No es nada.
— Elizabeth, "somos parabatai".
— No hagas ese juego de repetir mis palabras— contestó la pelinegra con el ceño fruncido, y luego agotada, volteó a verlo— Mira Max...
— Lo sé, "no hay ningún demonio, solo quería distraerme y tener algo de compañía, tengo problemas con Ben"— dijo con tono burlón, aunque escupiendo con despreció el último nombre.
— Me dejó.
Y ahí estaba Elizabeth, su Elizabeth. Decía las palabras con dureza, sin agachar la mirada. Nada en su rostro te indicaba que estuviese afectada, que su alma sangrará... pero el lo sabía. Eran como una sola persona, y sabía que no solo el ego de Lizz se encontraba herido.
— Lo siento tanto, Lizli— Para suavizar la situación, como hacía siempre, utilizo el apodo que a ella más le gustaba— . Pero hay más, ¿No es así?
— Estoy embarazada, Max.
Y el mundo se detuvo por un instante.
Elizabeth, su Elizabeth, estaba embarazada. Tan solo era una niña.
Si, era mayor que él, pero era una niña. Y estaba sola.
La estrechó entre sus brazos.
— No sé como decirle a papá— susurró Lizz.
— Iré contigo, jamás te dejare sola.
— ¿Lo prometes?— inquirió con voz baja la pelinegra.
— Jamás te abandonaré. Estaremos juntos por siempre, Lizli. Eres mi prima, mi mejor amiga, mi parabatai, la mitad de mi alma, y te amo.
— Yo a ti.
Nada más.
¿No había otra cosa que debiese saber? ¿Nada? ¿Nada?
La desesperación lo inundó, pero la obscuridad volvió a tragarlo.
Abrió los ojos.
¡¿Otra visión?! No.
Ahí estaban, nuevamente a la orilla del lago.
— Vamos— exclamó Sophie, tomándolo de la mano.
Se fueron, todos. Rápidamente a sus hogares para que sus padres no notasen su falta.
No hablaron, no dijeron ni una sola palabra de lo que habían visto, pero todos sabían que a pesar de su corta edad ninguno olvidaría lo que el lago les había mostrado.
