Fuego celestial interrumpido.

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Hacía semanas que Jace buscaba a Clarissa, y no porque esta no se encontrase en el hogar. La buscaba en la cama, con dulces caricias, con palabras de amor,  a veces con movimientos bruscos y otras con propuestas interesantes. 

Sin embargo, no lograba atravesar el extraño laberinto en que se había convertido el cuerpo de su mujer. 

Se negaba una y otra vez a la pasión que años atrás ni el más extraño de los sucesos había logrado apagar. 

"No quiero que nos escuchen los nenes", "estoy cansada", "fue un día duro". A veces simplemente no contestaba, y lo dejaba allí esperando explicaciones. 

Su esposa no mentía, realmente la maternidad la había coartado de la libertad con que antes se entregaba al acto del amor.

No podía culpar si estaba algo traumatizada, ya que en varias ocasiones se encontraron a punto de lograr algo y se vieron interrumpidos por Max o el llanto de Celine en la otra habitación. 

No se imaginaba como lograban hacerlo Magnus y Alec, luego de todas las veces que el había ocasionado interrupciones en la habitación de ambos y en las situaciones más comprometedoras.

La única solución que encontró, cuando ya no soportaba más la presión en sus entrañas, fue un hotel y una suegra carismática que se prestaba a cuidar a los nietos. 

La despojó de su ropa en un lugar de mala muerte, el primero que encontraron en el viaje de regreso de dejar a los niños, y soportó los primeros suspiros que en lugar de placer eran de fastidio. 

Recuperó los ojos soñadores luego de un par de besos, y consiguió que el cabello colorado volviese a contrastar con su pecho bronceado. Recorrió el cuerpo que conocía a la perfección con sus manos cubiertas de heridas, y en la piel de su mujer descubrió,  nuevamente, que nadie lograría jamás que su cuerpo se estremeciese de placer como ella lo hacía. 

Rogó al ángel  como en otras ocasiones, una runa de protección, cuando el objeto entre sus manos crujió, y al escuchar el primer gemido de la dama de sus sueños, alcanzo el éxtasis que tanto extrañaba.

 Se entregó a un sudor mucho más querido que el de las batallas, y ejercito el cuerpo de la manera que más disfrutaba. 

Contó los lunares que ya conocía, y se dijo mientras besaba sus labios que no existía un lugar mejor en que quisiese estar.

Me reí mucho escribiendo esto, disculpen lo horrible que esta. ¡Estoy de vacaciones! Aprovechen estas dos semanas para dejar sus sugerencias sobre lo que les gustaría ver y voy a intentar escribirlo. Besitos.

Después de nosotros (Malec, Sissy, Clace).Where stories live. Discover now