Hay una mujer en mi sopa.

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Se levantó descalzo y bostezó. Llevaba un solo ojo abierto en el trayecto hasta la cocina.
Café, amargo café. Todo lo que necesitaba.
Iba en bóxers, porque luego de tantos años juntos ya no lo ruborizaba la idea de que Magnus se lo encontrase en paños menores.
Su taza lo esperaba en el mismo sitio que todas las mañanas, él que se había vuelto suyo en ese loft.
De alguna manera, Alec se sentía como sus cosas. Le habían cedido un lugar donde quedarse, mayormente este era la cama del gran brujo.
Antes de beber el líquido negro que ansiaba, camino hacia el baño.
Ignoro la erección matutina (porque comenzaba a calmarse) y abrió la puerta simplemente deseando "descargar".
Fue un grito femenino lo que lo hizo acabar de despertarse.
En su inodoro una dama de belleza inigualable lo miraba ciertamente divertida.
—Me asustaste, tontito. ¿No sabes tocar?
Alec instintivamente toco sus piernas. No encontró cuchillo, solo su fría piel. Recordó estar desnudo y se cubrió con ambas manos.
—No tienes nada que no haya visto antes, tontito.
—¡MAGNUS! ¡HAY UNA MUJER EN NUESTRO BAÑO!
—Tu brujo ya lo sabe—contestó ella levantándose del inodoro y con ordinaria lentitud retrasando el turno de subirse la tanga de corazones—. Mi nombre es Cymba. Soy la prima de Magnus.

¿Prima? ¿Cuántos parientes ocultos por el mundo tenía el brujo?
—¡MAGNUS!—volvió a gritar el nephilim, mientras volteaba de regreso al cuarto.

Después de nosotros (Malec, Sissy, Clace).Where stories live. Discover now