¿Premio?-Malec.

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Se removió  molestó en la formidable cama del hotel. 

Magnus alzó la voz repentinamente "—Alexander, te vas a...". 

Pero ya era tarde. No tuvo tiempo de acabar con su advertencia, porque su marido, atrapado y envuelto entre un lío de sábanas, cayó al suelo. 

  — ¡Por el ángel!— exclamó furioso, y subió al lecho con toda la rapidez que fue capaz, para acomodarse en posición fetal y volver a cerrar los ojos— Es que nadie puede apagar el maldito sol. 

El brujo sonrío ampliamente y dirigió una mirada a la ventana. Estaba entreabierta, y por esta entraba toda la luz de la mañana, apuntando directamente hacía el Nephilim. 

  —¿Acaso dudas de mi poder?— inquirió con tono serio, y luego de verificar que Alec aún permaneciese con los ojos cerrados, cerró la cortina con un simple movimiento de su dedo índice a distancia.

El ojiazul, murmuró algo parecido a "Gracias", pero luego de algunos segundos su cabeza comprendió lo que acababa de pasar y se levanto de un salto. 

  — ¡Apagaste el sol! ¡¿Sabes lo que eso significa?!—Gritó. 

Magnus, aún en calma, observo los ojos abiertos de par en par de su pareja, y el resto de su rostro con aspecto somnoliento. 

  — Solo cerré la ventana, Alec. Aún estas dormido— Y luego de observar como el nephilim recuperaba la calma y volvía a tenderse en la cama recto, con los brazos detrás de la cabeza, dijo—¿Podrías explicarme el por qué de tu odio hacía el sol? 

 Alec, sonrío tímidamente. 

  — ¿Por qué crees que no quería venir a Brasil? Odio el calor. 

— No dices lo mismo cuando el loft esta que arde. 

El color bordo no se hizo esperar, y acudió rápidamente a las mejillas del ojiazul. 

No importaba hace cuanto tiempo estaban juntos, no importaban las cosas por las que habían pasado, él aún no encontraba la forma de reaccionar cómodamente a esa clase de comentarios. Sabía cuando estaban por venir, pero no podía evitarlos, ni naturalizarlos. 

  — Magnus...

— Aún me debes mi premio— murmuró, con tono seductor. Y antes de que el Nephilim tuviese tiempo de enrojecer aún más, se subió sobre este, presionándolo contra el colchón. 

  — Sophie...— tartamudeó ahora, Alexander. 

 — Despertó temprano, y fue al departamento de Isabelle y Simón. No hay nadie— contestó, entre besos que iba dejando en su cuello. 

Alec rodó, dejando al Brujo bajo su cuerpo. 

  — No creo que sea el momento, Sophie podría entrar.

Magnus chasqueó los dedos, haciendo desaparecer la remera del Ojiazul. 

— ¡Magnus!—protestó, Alec  —. No deberías utilizar así tus poderes.

  — Podrías darme algo de tu energía— contestó este, acariciando con las palmas abiertas el pecho marcado de su esposo, y luego de observar su expresión cambió su tono por uno más serio— No vendrá nadie, Garbancito. No tienen llave. 

¿O sí tenían? No lo recordaba. 

Alexander, ahora más relajado, se perdió en los besos del brujo. Y acabo arrancándole a tirones su remera de algodón violeta, y pantalones de franela con pequeños hilos de brillo plateado que utilizaba para dormir. 

Estaba muy ocupado, introduciendo escasos centímetros su mano en el bóxer del brujo, cuando escucho como alguien se aclaraba la garganta. 

Se separó rápidamente del brujo, y tomo la frazada para ocultar la propia erección que se hacía visible en sus finos pantalones de noche. 

  — Lamento interrumpirlos— comentó con ironía, desde la puerta de la habitación, un muy entretenido Jace. 

Magnus, parecía tan tranquilo como momentos atrás. Aunque no podía decirse lo mismo de su esposo, que parecía a punto de desmayarse. 

— Es que nadie en mi familia sabe llamar a la puerta  — murmuró entre dientes.  

  — Quería preguntarles si querían ir a comer  a un bar que encontramos con Clary cerca de aquí, con la perfecta familia Herondale y Sophie, pero veo que ya tenían planes. 

Y sin más, se fue. 

  — ¡Me dijiste que nadie tenía la llave!— Soltó Alexander, luego de escuchar la puerta cerrarse. 

— Es tu Parabatai, supuse que si entraba era por una emergencia. 

— ¿Acaso tiene la llave del loft? 

— No, pero ahí estamos más protegidos que en un hotel en Brasil. 

Alexander, se levantó y camino hacía el baño. Antes de entrar se dio vuelta, y con toda la ira de la vergüenza destilando en sus ojos, dijo: — Voy a ducharme, y a partir de este momento te quedas sin sexo, Magnus Bane. Hasta que se me pase. 

El brujo se enderezó rápidamente, pero no pudo replicar porque Alec ya había desaparecido tras la puerta. 

Bueno, siempre podía lograr que el berrinche se le pasará rápidamente, muy rápidamente...  






Después de nosotros (Malec, Sissy, Clace).Where stories live. Discover now