Soltarte.

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Celine sentada frente a un amplio espejo observaba el reciente maquillaje que su madre Clarissa le había aplicado.
Realmente maquillaba tan bien como pintaba.
Se habría parado una vez acabado el trabajo en su rostro de no ser por una molesta persona que la sostenía abrazada de la pierna.
Jace, como si de un niño se tratase, se aferraba a su hija con todas sus fuerzas de Nephilim destacado. A pesar de eso, hablaba con total tranquilidad, como si su posición solo se tratase de un simple detalle.
—Estas tan hermosa hija, siempre lo estás.
—Gracias, eso que todavía no me peine ni vestí—Contestó Celine con igual calma, aunque sus ojos se encontraban peligrosamente abiertos—. ¿Por qué será que aún no he hecho esas dos cosas?
Jace, miro hacía otro lado.
—No lo sé, tú madre debería peinarte pero se fue.
—Dijo que no pensaba peinarme contigo ahí abajo.
—Tu madre es encantadora—Sonrío Jace—. Solo te demorará más, y yo que pensé que estaba en contra de mi plan. Aunque, pensándolo bien, nunca le revele mi plan...
—Si tuviese mi estela ya te habría—Comenzó enojada, pero no se atrevió a terminar.
—Ay, pobre Gideon. Yo solo quiero salvarlo.
—¡Por el ángel! ¿Ya puedes soltarme papá?—Celine comenzó a sacudir la pierna a un lado y otro. No era débil en lo absoluto, sin embargo sus fuertes músculos producto de horas y horas de entrenamiento  no podían contra la fuerza de Jace Herondale. El hombre, a quien los años parecían no haber debilitado en absoluto, a penas se movió un centímetro a la izquierda y volvió a su posición en un abrir y cerrar de ojos.
—Podrías esperar un poco más para casarte, todavía eres muy joven Celine. Digo, Gideon ya es un hombre pero... Él te esperará si tú se lo pides. Eso lo sabes.
Celine lo fulminó con la mirada.
—No voy a cancelar mi boda dos horas antes. A demás ¡yo quiero hacerlo! Arriba, papá. Deja de comportarte de este modo, seguro Simón no está haciendo esta clase de payasadas.
Jace rodó los ojos.
—A Simón no va a abandonarlo su hija pequeña, Elizabeth siempre está con él.
Celine acomodo su larga cabellera roja.
—Tengo que peinarme. No voy a abandonarte, lo sabes.
La puerta se abrió antes que Jace pudiese volver a protestar y un elegante Max les sonrío a ambos.
—Que bonita estas hermanita... ¿Qué estás haciendo papá?
—Agarrando a Celine para que no se vaya, ¿no es obvio? No me mires así y agarra la de la otra pierna hijo. Vamos—Jace señaló con la mirada la pierna libre de la joven.
Max lo miró desconcertado.
—¿Y Elizabeth? —Inquirió Celine. Inmediatamente se arrepintió, los ojos de Max se ensombrecieron algo. Últimamente era difícil hablarle de la muchacha que el tanto amaba. La muchacha que era su parabatai, lo cual impedía su amor pero le funcionaba como herramienta para no tener que separarse nunca de ella. La muchacha que a demás de eso estaba embarazada de un idiota y sin embargo no parecía importarle. La muchacha que ella siempre había considerado su prima y ahora sería su cuñada. Y Max, sería el cuñado de Gideon pero no por el motivo que realmente deseaba...
—Se estaba cambiando. Bueno, mamá te llama Pa.
Jace pareció alarmado.
—¿Qué te dijo?
—Que vayas enseguida sin peros.
Jace miró alarmado hacía la puerta y luego la pierna de su hija.
¿A qué le tenía más miedo? ¿Clary enojada o su hija casada?
—¡POR EL ÁNGEL!—exclamó fastidiado, antes de levantarse y salir rápidamente.

Después de nosotros (Malec, Sissy, Clace).Where stories live. Discover now