Livraison de l'amour.

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Un ayuda memoria: Gideon hijo de Simón e Izzy. Celine hija de Jace y Clary, nueve años menor que Gids.
      ——

Esto está mal—Murmuró Celine. Estaban acostumbrados a pararse el uno al otro.
Esta vez Gideon no la alentó en su idea.
—No está mal, Celi.
—Si nuestros padres supieran nos matarían.
—No somos primos, Celine.
—Pero nos criaron como tales. Y eres mucho mayor que yo.
—En un año cumplirás la mayoría de edad, deja de regirte por reglas mundanas.  ¿O es que quieres hacerlo?
Celine reconoció al instante lo que Gideon preguntaba, por el cambio en su rostro, la desaceleración de su pecho, la opacidad en sus ojos. Dudaba ser correspondido, siempre dudaba.
Gideon de azúcar, de algodón, Gideon puro y frágil. Era el cristal más fino, era emociones puras, era belleza y fuerza.
Gideon que amaba matar demonios, pero a veces fantaseaba con ser humano.
No quería llevar sus poemas ocultos en sus bolsillos, ni en cajas bajo su cama, quería compartir al mundo su visión de las cosas. Sus palabras y la magia verdadera que estas destilaban. Gideon que le acarició el brazo, con sus manos mucho más de escritor que de Nephilim, manos de sal, duras y ásperas, ejercitadas en el arte de sostener por horas una lapicera o golpear las teclas del teclado que ella le había regalado.
Gideon aire, fragilidad y coraje. Gideon corazón.
—Claro que no, Gideon. Solo pienso en que pensaran de nosotros cuando lo sepan. Aunque sea irrelevante.
Celine. Si Max había heredado la sensibilidad de sus padres, ella tenía la valentía. Celine, que a su corta edad, junto con Elizabeth, ya destilaba entre los mejores cazadores de Sombras, rozando a su padre y a Emma Carstairs (a la cual en una ocasión le había salvado la vida).
Celine que era fuego, Gideon siempre había creído que era fuego. Celine que se sentía excluida entre sus primos, siendo la menor en esa gran familia, pero que nunca se había sentido excluida en la vida de Gids.
Celine fuerza, alegría, lucha.
Celine se entregó a los brazos de Gideon, por primera vez en su vida. Esos brazos que quería, la siguiesen sosteniendo por el resto de sus días.
Sabía que en un año ya no habría besos furtivos, y menos encuentros secretos como ese.
En un año se sostendrían las manos, quizás se casarían.
Habría quienes no aceptasen su amor, y también quienes lo celebrasen.
Ella lograría introducir a Gideon en su círculo de cazadores de sombras, Gideon la incluiría en el círculo de la familia que cada tanto se olvidaba de ella.
Recorrió su espalda con besos, lentos, uno a uno.
Juntos eran constelaciones.

Después de nosotros (Malec, Sissy, Clace).Where stories live. Discover now