41.9 K (Especial Futuro cercano).

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Este especial se centra a penas unos años adelante del tiempo en que escribo la historia. Podemos ver a Celine, la hija de Jace y Clary, un poco más grandecita.

Disculpen si hay errores ortográficos pero la letra "o" me funciona muy mal, y la tecla de borrado esta muerta. No tengo idea la razón. Es horrible escribir así, se nota que los quiero.

  — Y ahora vamos a ver como se usa una espada Kamayari, y como se utiliza una Su Yari.

  — No necesito saber eso, Papá. Tengo cuchillos serafines. 

  — ¿Y si viajas a Japón? Puede que justo estés paseando y te cruces un demonio. 

  — ¿Y tendré una de esas espadas cerca?— Preguntó la diminuta Celine con el ceño fruncido.

  — Si las tienes— contestó rápidamente su padre—  Deberás  saber utilizarlas, y sobre todo diferenciarlas.

  — Es importante, Celi. Presta atención— contribuyó su hermano Max, siempre de acuerdo con su padre.

— Estoy harta de esta clase— Exclamó la niña, subiendo las piernas a la mesa que tenía en frente y sacudiendo sus rizos colorados en el acto.

— Prometo que si aprendes esto, haremos lo que tu quieras esta tarde.

  ———  

Nunca había sido demasiado femenina como lo eran sus primas. Ante cada movimiento ellas destilaban elegancia. Luchaban con belleza. 

Sophie movía sus manos como si dibujase estrellas con armonía en el aire, de la misma manera en que sus padres eran precisos y limpios a la hora de luchar.

Elizabeth podía compararse con el látigo de su madre. Era rápida y fuerte, golpeaba de sopetón con firmeza y volvía a su sitio con gran control. No tropezaba, ni desencajaba su rostro ante el temor.

Celine sentía que podría haber sido como el pincel que su madre manejaba a la perfección entre sus dedos, o como los movimientos jamás erróneos de su padre, pero todo ese talento había acabado en Max. 

Ella era bruta y hostil. Pensaba que le habría agradado a su abuelo Valentine.  Sus movimientos eran bruscos y su rostro era una ventana hacía su alma, hablaba solo. Pero tenía algo a su favor, su aspecto. 

Nadie, jamás, habría temido de ella. Con sus facciones delicadas y su pequeña estatura, ocultaba al igual que su madre lo firme de sus decisiones, y él corazón de hierro que había heredado de esa familia de sentimentales capaces de revolucionar el mundo para defender a quienes querían. 

Le interesaba el manejo de armas, aunque las clases de su padre la aburriesen, pero había algo que le gustaba aún más. 

Ver a su padre intentar hacer cosas de "niña". Sus primas arrastraban a sus padres a esas actividades y en su entusiasmo a penas notaban que ellos estaban con ellas, pero Celine solo se centraba en el esfuerzo de su padre por complacerla, con una mezcla de ternura y gracia.  

Así que cuando este le pregunto que planes tenía para su tarde juntos, no tardo en anunciarle que harían una peluquería en casa, aprovechando que Clary no estaría en toda la tarde.

Lo que su padre no sabía es que Lizz se había hecho unas mechas de cabello rosado, y la tintura que sobro había quedado en su casa.

  — —— 

  — Recuéstese, por favor— le pidió a Jace  que había tomado asiento en el sillón. 

  — ¿Crees que necesito un cambió? ¿De verdad?— Preguntaba el rubio posando de formas extrañas.

  — ¿Crees que necesito un cambió? ¿De verdad?— Preguntaba el rubio posando de formas extrañas

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  — Si, por supuesto— Exclamó Celine, emocionada. 

Jace se recostó con completa confianza, y hasta tuvo el valor de cerrar los ojos.

Los pequeños dedos de Celine buscaron con torpeza la tintura, y una vez esta estuvo en sus manos, la tomaron sin guantes y comenzaron a aplicarla de forma animada.

No era consciente de que el color rosado quedaría marcado en sus manos, como huella del delito. 

Su padre nunca dudó, pensaba que la pequeña niña le humedecía el pelo.

Así que cuando Clary llegó, se encontró con una nueva travesura por parte de esa extraña familia.

En una esquina, Jace frente al espejo, observaba su alborotado cabello rosado que un día había sido del color del sol.

Y en la otra, sus hijos en el suelo, se descostillaban de risa sin el menor remordimiento. La más pequeña con las manos de un extraño color.





Después de nosotros (Malec, Sissy, Clace).Where stories live. Discover now