La boda.

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Pequeño recordatorio de los niños adultos:

Pequeño recordatorio de los niños adultos:

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Celine.

Gid

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Gid.

La mañana se había desenvuelto de una forma particularmente problemática

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La mañana se había desenvuelto de una forma particularmente problemática. Los cazadores de sombras se comportaban de modo extraño a la hora de organizar bodas.
Sin embargo, cuando la tarde se asentó y los preparativos llegaron a su punto final, todo el grupo aguardó de forma calma la entrada de la novia.
Exceptuando quizás al desdichado Jace Herondale que, del brazo de su hija, se disponía a "entregarla" en los brazos de otro hombre.
—Celine, todavía estás a tiempo. No importa que este todo organizado, si tenes una mínima duda papá vacía ese salón y nos vamos con la frente bien en alto—Dijo con su clásica seguridad de hombre de largos trayectos.
—Estoy segura—Contestó la pelirroja, mordiéndose la lengua para no comenzar a discutir.
—Bueno, al menos lo intenté.

Avanzando por el largo pasillo, rodeado de delicadas flores doradas producto del tío Magnus, Celine se sintió completamente dichosa.
No solo era una mujer a quien le fascinaba ser el centro de atención, también era una enamorada de su propia familia y la vista de rostros queridos en el fulgor de su brillo la llenaba de emoción.
Posó sus ojos sobre Gideon, el muchacho que conocía desde el primer día de su existencia.
¿Cómo podía amarlo luego de tantos años a su lado? No podía asegurar que lo conocía a la perfección y quizás esa era su mayor gracia.
Lo conocía de siempre y no acababa de conocerlo.
Pensó que probablemente muchos estarían diciendo que eran un par de raros, pero ¿Acaso sus padres no se enamoraron creyéndose hermanos? Ella se había enamorado de Gid conociéndolo como "primo" pero no eran eso y siempre lo habían tenido en claro. Estaba bastante cansada de explicárselo al resto. Por suerte ya no importaba, habían llegado hasta allí, con un amor imposible de ocultar.
¡Y ella que se consideraba una persona poco cursi! Para esas cosas estaba su futuro marido, que escribía las más bellas poesías.

Jace la dejó en brazos de Gideon con un pequeño beso en la mejilla y un "te quiero" susurrado.
Celine respondió con una sonrisa conmovida, ahí se alejaba su padre sin reproche a sus deseos. Siempre cuidándola y entendiéndola.
Tomó las manos de su prometido y la sala de los acuerdos pareció desaparecer. Solo estaban los ojos azules de Gid mirándola con cariño, entonces el joven alzó una ceja.
La pelirroja lo observó perpleja y Gideon movió el mentón como indicando algo.
—¿Qué sucede?—Preguntó Celine bajito.
—La estela, mi amor—El muchacho parecía a punto de estallar en estruendosa carcajada.
La muchacha sacudió la cabeza. ¡Casi lo olvidaba!
Con la mayor precisión, recordando el día que grabó por primera vez una runa en su brazo, marcó la piel de quien ahora sería su compañero.
No compañero de guerra, como tantos había tenido. Compañero de cuidados, de dolores y cariño. Lo más cercano a un parabatai que tendría. Sus almas no estaban atadas por una magia ancestral, en ese preciso momento ellos se comprometían a sostener el cordón que las unía el tiempo que fuese necesario y esperando que los años no lo rompieran, pero con la certeza de que eran libres, independientes uno del otro y que elegirían cuando y como amarse.
Amarse como se amaban.
Al acabar la ceremonia y besar al hombre de su vida, la Nephilim miró al curioso grupo que conformaba su familia.
Abrazadas tiernamente, Isabelle y Clary reían con dulzura.
Simon, Jace y Max se codeaban en un juego particularmente infantil.
Sophie y Elizabeth lloraban conmovidas.
Y Magnus...
¡ESTABA SIN PANTALONES!
El tío Alec lo perseguía por la sala y el brujo en la escala máxima de su furor consiguió proferir un grito: ¡Qué comience la fiesta!

Celine sonrió a Gideon. Tampoco era algo tan poco probable tratándose del brujo.

Después de nosotros (Malec, Sissy, Clace).Where stories live. Discover now